jueves, 11 de noviembre de 2010

PRD: el orinal público de Zeferino

*En menos de seis años al partido lo utilizó y desechó
*Los Chucos, Ebrard y Manuel Camacho Solís le 
dieron la estocada final
*Ramiro Solorio, valiente postura ante el despotismo del gobernador


Por Everardo Monroy Caracas
Los enterradores del PRD

Algo que debemos reconocerle al comerciante Zeferino Torreblanca Galindo es su capacidad política para diluir en Guerrero la esencia ideológica del Partido de la Revolución Democrática. En menos de seis años descabezó una importante organización de masas, liderada por viejos militantes comunistas y demócratas forjados bajo el cobijo moral del general Lázaro Cárdenas del rio.
    Ni siquiera en las iniciativas de ley de ingresos y egresos del gobierno del estado, el PRD llegó a imprimirle sus propósitos de servicio a la militancia que le fue fiel en las urnas en el 2005. Mas del 80 por ciento del dinero obtenido por participaciones federales y cobro de impuestos y derechos estatales fue canalizado en el gasto corriente, apoyo a la empresa privada y en programas asistencialistas.
    La dirigencia perredista, como lo afirmó cínicamente Torreblanca Galindo, se dedicó a exigirle dinero para gastos personales y en ningún momento se preocupó en organizar empresas de autogestión o cooperativas productivas al servicio de los jornaleros, indígenas o trabajadores de salario mínimo. El gobernador de la socialdemocracia y no de la izquierda del poder popular convirtió su administración en una cadena mueblera con propósitos mutualistas.
    Los ideólogos del PRD, principalmente aquellos que ejercen el mando desde la ciudad de México, tampoco se preocuparon por revisar las políticas públicas de su gobernante. Sus constantes visitas al estado, a los destinos turísticos, tenían el propósito de descansar, presidir conferencias de prensa, y, de ser posible, comer, beber alcohol y divertirse sin afectar sus finanzas personales.
    Los Chuchos (Jesús Ortega y Jesús Zambrano), Guadalupe Acosta Naranjo, Carlos Navarrete, entre otros, turistearon sin aportar nada a la gobernabilidad del estado. Torreblanca Galindo se sirvió con la cuchara grande en el PRD y ya que cumplió sus expectativas de no ser molestado durante su virreinato, lo convirtió en una especie de excusado público. Ahí orinó y defecó hasta quedar satisfecho.
    Los diputados locales y federales o los senadores perredistas también se engolosinaron con las migajas arrojadas por el despótico mueblero. Ramiro Solorio Almazan, entonces militante de esa organización política, fue quizá la única voz disidente del gobierno zeferinista. Por su valiente postura, de apoyar los reclamos de justicia de los estudiantes normalistas de Ayotzinapa e indígenas tlapanecos, tuvo que enfrentar presiones, desdenes, burlas, amenazas y hasta la suspensión definitiva de sus derechos partidistas dentro del congreso.  Esto ocurrió en noviembre de 2007.
    La estocada final al PRD Guerrero recayó en los diestros Chuchos, Marcelo Ebrard y Manuel Camacho Solís. Con absoluta sangre fría, impusieron a un candidato a gobernador de funesto pasado para los propios perredistas. La idea seguramente contó con la anuencia de Carlos Salinas de Gortari y Felipe Calderón para intentar minar la presencia en Guerrero de Andrés Manuel López Obrador y designar ellos al futuro presidente de México.  Aguirre, supusieron, dividiría al PRI, borraría del mapa al PRD y le daría oxigeno a la derecha camaleónica, nacional y trasnacional, que tiene en sus manos el destino económico y financiero del estado.
    El mueblero Zeferino seguramente por su trabajo de enterrador del PRD, recibirá a cambio impunidad judicial. Su riqueza estará intocada. Eso cree. Así están las cosas en Guerrero. Ver para creer.

No hay comentarios:

Publicar un comentario