sábado, 6 de noviembre de 2010

Los muertos de Zeferino

*Deja un Guerrero funesto y alimentado de violencia
*Zombies por adicciones deambulan por las principales ciudades
*El gobernador cómplice de los halcones del Pentágono
Heil Zefe!!!
Por Everardo Monroy Caracas 
El gobernador Zeferino Torreblanca Galindo no da certidumbre en la contienda electoral que llega a su fin el 30 de enero. Su administración jamás se preocupó por este importante acontecimiento político, eje de la futura gobernabilidad del estado. Utilizó el miedo y el sufrimiento como instrumentos de control social, de acuerdo a las sugerencias vertidas por Maquiavelo y sus alumnos del Pentágono.
    La designación de Ángel Aguirre Rivero como candidato del PRD-PT y Convergencia a la gubernatura evidenció que la izquierda guerrerense no confió en el liderazgo moral y político de su elegido en los comicios de enero del 2005. Impidió que influyera en la designación de su sucesor, otro presunto delincuente de cuello blanco. Torreblanca Galindo estuvo alejado de las dirigencias sociales en sus decisiones de mando. Su animadversión a la izquierda organizada fue evidente.
    De abril de 2005 al 3 de noviembre de 2010, mas de mil 600 ejecuciones tuvieron lugar en Guerrero y en esa larga lista funesta murieron luchadores sociales, funcionarios públicos, extranjeros, empresarios y militares. Los mismos traficantes de drogas que en un principio tuvieron vara ancha para hacer sus negocios en la mayoría de los 81 municipios, ahora son víctimas de la codicia y el rencor de sus adversarios, importados de Michoacán y Sinaloa.
    Torreblanca Galindo desde sus tiempos de candidato a gobernador jamás cuestionó la descomposición interna de las fuerzas policiacas y del poder judicial. Calló y, a la vez, entró en una especie de complicidad con el crimen organizado al dejar intacta su infraestructura de distribución y venta. Pudo atacar a fondo las nercotiendas, en coordinación con otras instancias administrativas de la federación e incluso, el propio Ejército Mexicano, camuflado como policía federal de seguridad. No lo hizo.
    Tampoco implementó programas sustanciales, sin minimizar presupuesto, en la prevención al consumo de enervantes. Los mismos cárteles han sido los encargados de limpiar las plazas para sustituir a los narcomenudistas. Menos contribuyó a fondo con las familias afectadas en la rehabilitación de sus enfermos por el consumo de drogas. Las principales ciudades de Guerrero semejan territorios de zombis o leprosorios, ante la presencia de miles de drogadictos sin dinero.
    El gobernador alguna vez esnifó cocaína? Algunos de sus familiares cercanos o amigos lo hicieron? Probable o no, su comportamiento como gobernante dejó entrever que su prioridad jamás fue combatir el tráfico y consumo de drogas y que heredará un estado con miles de familias fracturadas por la violencia y el temor.
    Zeferino nunca tuvo la paciencia de verles los ojos a sus padres e hijos para entender cuál es el sentido de la vida y el poder público. Abusó de la confianza que le otorgaron los electores, la gente de bien. Los engañó, los traicionó y sobre todo, fue cómplice asesino de Felipe Calderón y la ultraderecha genocida internacional. Carlos Castañeda, su amigo y mentor, debe estar feliz por ayudar a los halcones del Pentágono a tener durante seis años a un colaborador eficaz en el estado de Guerrero. En verdad, y lo seguiré repitiendo, pobres guerrerenses.
Caricatura de Magu, publicada en La Jornada nacional
 

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