martes, 30 de noviembre de 2010

Huayacocotla en Mississagua

Por esta calle corri en mi infancia
Por Everardo Monroy Caracas

    Durante la década de los sesenta, en Huayacocotla, una comunidad rural de Veracruz, no existían las peluquerías. Las mujeres tenían la misión de tusar a los hijos y al marido. Jamás faltaban tijeras y peines en el cajón del ropero. Los piojos eran combatidos con creolina y detergente y el frio y la niebla impedían que nos bañáramos diario. Lo hacíamos una vez por semana. Al fin, herencia otomí.
    El pueblo tenía su parque con laureles y bancas donadas por los ricos de la comarca y en derredor del cuadrante, el templo católico del siglo XVII en memoria del apóstol Pedro, el mercado de una sola nave, el palacio municipal de dos niveles, el cuartel militar con la cárcel al lado y la tienda de Salvador Monroy, el tío Chava, con su billar, su barra de encino y su cantina trasera cargada de cervezas Sol y botellas de aguardiente de distintos colores. En un local adyacente estaba su abarrotera, donde encontrábamos de todo: herramientas, material de construcción, pan recién hecho, dulces, listones, alimentos enlatados, sopas en grano, maíz, frijol, habas y hasta tabaco de todos los olores y gustos. Los Delicados sin filtro eran los de mayor demanda.
    Huayacocotla tenía su avenida principal que conectaba a la carretera arenada y gravosa, llena de baches. El Autobús de Oriente o ADO era el responsable de trasladarnos a Tulancingo o la Ciudad de México. Durante seis u ocho horas recorríamos parte de esa escabrosa serranía que parecía no tener fin. El camión cruzaba ranchería tras ranchería y jamás faltaban las estampas cotidianas de los campesinos de huarache, sombrero de paja y jorongo, tras su recua o cargando leña a la espalda.
    Todos los días, a las siete de la mañana, salía el único autobús que prestaba servicio a los lugareños. Don Luis Gómez era el responsable de vender los boletos en su abarrotera “La Terminal”. Su mujer lo abandonó con un chofer del ADO y dejó a cuatro o cinco hijos bajo su custodia. El más pequeño apenas frisaba los tres años, se llamaba Joel, y era ahijado de mi tía Ana María, vecina de los Gómez.
    Después me enteraría que los Gómez, principalmente Luis el primogénito, acrecentaron el negocio y construyeron un hotel de una sola planta frente a su tienda, a la orilla de la avenida principal, la Revolución. Dos Luis era un tipo cetrino, de ojos claros, creo que azules o verdes, y un tupido bigote negro, siempre metido en la tienda. Su mujer, blanca y bella, gustaba socializar con la gente de fuera y tenía bajo su responsabilidad el darles de comer y desayunar a los choferes. Casi todos los domingos, menos cuando la niebla enceguecía al poblado, un grupo de lugareños jugaba rayuela y bebía aguardiente con jugo natural de manzana, ciruela o melocotón. En un medio tambo laminado asaban menudencias de cerdo que degustaban entre la emoción por meter una moneda de veinte centavos, de las de antes, en un pequeño círculo dibujado con una tiza blanca en la banqueta. De ganar, no pagaban la cuenta. Era día de plaza y la gente de las rancherías aledañas descendía a la cabecera para vender o abastecerse de alimentos.
    Mi abuelo paterno poseía el único hotel del pueblo, llamado “Huayacocotla”, y el sábado en la noche no quedaba alguna habitación libre. En dos letrinas de madera los inquilinos defecaban y orinaban y en cada cuarto había una bacinica de peltre debajo de la cama. Los comerciantes de ropa, herramientas de labranza y algunos visitantes de Tulancingo, ahí pernoctaban. Cada domingo al amanecer, una treintena de comuneros y ejidatarios de bajos recursos económicos, metidos en sus vestimentas de manta y huarache de cuero crudo, se congregaban en el terreno frontal del hotel para amarrar, en el cerco de madera, a sus burros, mulas y caballos. Pagaban de veinte a cincuenta centavos por animal. De ese dinero, mi tía Ana le compartía un poco a los cuidadores. Yo fui uno de ellos. Entonces tendría siete años de edad. Iniciaba su gestión como alcalde, Abdón Larios Tolentino y tres años después le heredaría el puesto a Elfego Butrón Salazar. Durante varios años, el poder político y económico recaía en las familias Larios, Gómez, Butrón y Monroy.
    Los indígenas de Texcatepec no hablaban castellano, sino otomí y aún así lograban intercambiar sus gallinas y cerdos por aceite comestible, detergente, sal, piloncillo, hilaza de colores y agujas para coser, algunas herramientas de labranza, huaraches y calzado de plástico para sus mujeres. Llegaban cuerdos, con paso firme y el machete terciado a la cintura. En el atardecer, a eso de las cinco, regresaban ebrios a sus rancherías con las escleróticas irrigadas de sangre y dando tumbos por las callejuelas arenosas. Como medida precautoria, metían el machete entre los costales que cargaba la bestia. En ese estado lamentable ascendían y descendían por las peligrosas cordilleras hasta llegar a las colosales llanuras verdes donde levantaban sus cabañas de palma y techos de láminas de cartón petrolizado. Esta raza fue la que jamás se doblegó al dominio español y logró conservar su cultura hasta principios del siglo XIX.
    Los franciscanos y jesuitas impregnaron sus creencias y esa religiosidad rayana en fanatismo le dio unidad y miedo a los huayacocotlenses. Las misas dominicales congregaban a las familias de todas las condiciones sociales y nunca faltaban en el altar  y el podio de los santos las ceras, los cirios, las flores, las limosnas y el incienso. Huayacocotla olía a ocote y bajo los pies de sus lugareños existían enormes vetas de caolín que años mas tarde explotarían empresarios ajenos al municipio para la elaboración de locetas, trastos y objetos de porcelana. Jamás logré conocer todos los vericuetos de sus veinticinco rancherías y veintiséis barrios y comunidades.
    Mientras evoco estos detalles del pasado, un coreano semicalvo me corta el cabello. Lo miro a través del espejo y absorto hace su trabajo. Es enigmático su silencio, cargado de historia y necesidad. De cuál de los dos coreas será? Intento imaginarme. Seguramente de Corea del Norte, donde el capital privado no ha asentado sus reales. Vuelvo a entrecerrar los ojos y regreso a Huayacocotla con sus casas de tabique y techos de tejamanil o laminas de asbesto y zinc, de donde soy oriundo. La estética es de Mississagua, Canadá y se encuentra en el interior de una especie de mini mall. Nada que ver con el mercado municipal de Huaya…

lunes, 29 de noviembre de 2010

La nieve de Mississagua

*El sábado se desplomó el cielo con todo y nubes
*Durante más de cuatro meses la ciudad estará sumergida en una espuma blanca..
*La mayor o alcaldesa de 79 años, gobierna 
a este municipio desde 1978…

Por Everardo Monroy Caracas

    Un viernes 3 de diciembre de 2004 vi por primera vez una ciudad sumergida en una plasta de nieve. Llegue de noche y por aire. Durante el descenso del avión intuí que entraba a un terreno devastado por el clima. Toronto iniciaba su temporada invernal pintada de blanco. Enrique, el panameño que dio la bienvenida, lo confirmó: es el primer día que neva y esto seguirá hasta marzo o principios de abril. Seis años después, pero el sábado 27 de noviembre, volvió a desplomarse el cielo con todo y nubes. Los habitantes de Mississagua, Ontario, despertamos rodeados de espuma granulada y una temperatura menor a los cinco grados.
    Mississagua es una ciudad con avenidas anchas y establecimientos comerciales por doquier. En cada manzana o blogs, como aquí les llaman, predominan todo tipo de negocios: estéticas, pizzerías, restaurantes chinos, coreanos y vietnamitas; abarroterías, panaderías, establecimientos de masaje y tiendas de productos importados de china. El movimiento vehicular es incesante y los autobuses urbanos, largos y veloces, cumplen su cometido. No hay queja ciudadana. Tres dólares por persona y el boleto (o transfer) está vigente durante cuatro horas.
    Las chamarras, gorras y guantes empiezan a uniformar a los transeúntes. Los niños son los más entusiastas por la caída de la nieve. El gobierno municipal, el de City Hall, tiene bajo sus hombros la responsabilidad de dragar diariamente toda la plasta blanca que cubre las calles y avenidas. Al inquilino le corresponde despejar banquetas  y accesos a los edificios, comercios y casas. De no hacerlo, ponen en peligro la integridad física de los peatones. Si alguien se cae en zona cubierta de nieve puede demandar y tener de su lado la decisión de los jueces civiles. La reparación del daño puede costar hasta 200 mil dólares, de acuerdo a la fractura. La mayor o alcaldesa de Mississagua, Hazel McCallion, tiene 79 años de edad y desde noviembre de 1978 gobierna al municipio. Cada cuatro años es reelegida por votación directa y secreta. Por lo mismo, no entiendo por qué tanto escándalo por la reelección de Hugo Chávez en Venezuela y el golpe de estado en Honduras, el 28 de junio de 2009, al intentar modificar Manuel Zelaya la constitución política y permitir que el presidente de la republica pudiese repetir su mandato, como ya lo hacen sus diputados.
    Por la tarde de ayer caminé varias manzanas de la avenida Hurontario, abandonando las huellas de mi calzado en la nieve. Entré a una licorería y compré un paquete de cervezas de lata. Poca gente deambulaba y los negocios no estaban muy concurridos. Normalmente los sábados y domingos las familias permanecen en sus casas o departamentos. Los jóvenes prefieren internarse en los centros comerciales (malls) que son verdaderas fortificaciones de concreto y cristal y donde el consumo es el principal eje de su existencia. Los parques públicos dejan de existir, son simples referencias geográficas, mientras que los centros comerciales le dan vida a su gente: ahí están las salas cinematográficas, las tiendas de aparatos electrodomésticos y de Media, y lo mejor de la moda y comida internacional. El dinero aún abunda. Es el primer mundo. Canadá enfrenta su recesión en silencio, sin tantos aspavientes. Sus programas asistenciales garantizan que sus pobres y viciosos puedan comer y tener un lugar seguro donde dormir. La mayoría de hogares poseen un celular, un teléfono domiciliario, telecable e internet. El entretenimiento visual no escasea y por lo mismo, esta temporada invernal solo golpea a los neuróticos, esquizofrénicos e inmigrantes recién llegados. De ahí la gran venta de fármacos y alcohol. El principal negocio de Canadá.
    La nieve hizo su arribo, queridos lectores… Es domingo y terminé de ver en mi televisor la película mexicana Contracorriente o Mujer Alabastrina, basada en una novela de Víctor Bartoli, periodista chihuahuense despedido en la década de los noventa por Osvaldo Rodríguez Borunda, propietario de El Diario. A Víctor lo conocí en 1986 y trabajamos juntos como reporteros durante el verano caliente de Chihuahua, pero ya escribiré mi experiencia con este compañero de oficio que terminó solo, vendiendo libros de puerta en puerta y enfrentando las inclemencias del hambre y el desempleo. Vale la pena dejar testimonio.

domingo, 28 de noviembre de 2010

Operación Mouriño: El contacto Los Pinos-El Chapo

Por Anabel Hernández/reportera investigadora/Proceso


    La debilidad del gobierno de Felipe Calderón ante los cárteles de la droga obligó a la Presidencia de la República a lo que numerosas veces rechazó: pactar con los capos para atenuar la violencia asociada al narcotráfico. Con este propósito reivindicó a un militar de alto rango que había caído en desgracia al encomendarle la pacificación de los cabecillas del crimen organizado. El general, de 65 años y quien acordaba con Juan Camilo Mouriño en Los Pinos, se entrevistó incluso con El Chapo Guzmán… Pormenores de esta encomienda son narrados por la reportera Anabel Hernández en el libro Los señores del narco, de próxima aparición con el sello Grijalbo. Con permiso de la autora y de la editorial reproducimos aquí un fragmento del Capítulo 10.
    Corrían los primeros meses de 2008 y el general X,1 disciplinado, perseverante y arriesgado como era, fue a los terrenos del más poderoso capo de México para hablar con él cara a cara. El Chapo Guzmán ya estaba preparado para recibir al mensajero de Los Pinos. El general X, de más de 65 años de edad, colaboraba con Juan Camilo Mouriño en la Presidencia de la República desde 2007, en una asesoría subrepticia como había sido prácticamente toda su tarea durante los 45 años que sirvió para el Ejército Mexicano en la Brigada Blanca, la Dirección Federal de Seguridad y la Coordinación de Seguridad Nacional. El jefe de la Oficina de la Presidencia –el hombre más cercano a Calderón– le había encargado una misión imposible: poner en paz a los cárteles de la droga. En enero de 2008 Juan Camilo fue nombrado secretario de Gobernación, pero su encomienda seguía vigente.
    Si el general que sabía más por viejo que por diablo no podía lograrlo es que entonces nadie lo haría. El militar estuvo preso durante casi siete años acusado de presuntos vínculos con Amado Carrillo Fuentes, El Señor de los Cielos. Hubo muchos testimonios en su contra pero quedó el velo de la duda, como casi siempre ocurre en esos tortuosos procesos de la milicia. Le faltaban todavía otros siete años de cárcel pero en el primer año del gobierno de Felipe Calderón fue puesto en libertad. Su encarcelamiento fue un asunto político, dicen sus cercanos, y su liberación también.
    Nueve meses después de haber salido de la cárcel, ante el azoro de sus compañeros, fue condecorado por el secretario de la Defensa Nacional, el general Guillermo Galván Galván, por su “patriotismo, lealtad y abnegación”. El gobierno federal tenía que hacerlo visible y creíble ante sus interlocutores: los narcos. El general X ha dicho que el secretario de la Defensa Nacional también tenía conocimiento de la encomienda encargada por Mouriño.
    Nunca fue remilgoso en las tareas difíciles que le encomendaron, en muchas de ellas había tenido que entablar relación con los diferentes grupos del narcotráfico, por lo que en 2008, cuando comenzó a tocar a la puerta de los protagonistas de la guerra entre los narcos, la gran mayoría se la abrió, como ocurrió con El Chapo.
    “La libertad no tiene precio”, le dijo Joaquín Guzmán Loera al militar en su encuentro. La declaración sonaba un poco cínica incluso viniendo de un cínico como El Chapo. La frase del capo obligó al general X a preguntarle cómo había logrado salir del penal de máxima seguridad de Puente Grande aquel 19 de enero de 2001. Guzmán Loera fue directo, lo habían comenzado a ayudar desde 1995, cuando lo trasladaron de la prisión de La Palma a Puente Grande, por órdenes de la Secretaría de Gobernación. Directamente de su “fuga” el capo responsabilizó a tres hombres, figuras de la política y seguridad pública en México.
Para leer todo el reportaje, por favor, copie el siguiente link, peguelo en el buscador de paginas web y dele enter:
https://docs.google.com/leaf?id=0BxvwtVS0QMyvZTc4OTg0ZTYtMTM4MS00ZDY3LWIwNjQtMDAwZDQ1NGExOTk2&hl=es

sábado, 27 de noviembre de 2010

La perversidad de Los Chuchos en el caso Contreras

Los traidores
*Condenan el secuestro y se deslindan de lo ocurrido
*Sin darle el apoyo a la familia, atacan a los priistas
*aclaración no pedida, acusación manifiesta…


Por Everardo Monroy Caracas

    Jesús Zambrano Grijalva, el Chucho menor, evidenció de qué material están hechos los principios de la burocracia perredista y su candidato a gobernador. Tienen el corazón enlodado y el cerebro hecho mierda. Mientras la familia del ex rector de la Universidad Autónoma de Guerrero, Arturo Contreras Gómez vive la tragedia de un secuestro, el coordinador de campaña de Guerrero nos Une, bajo el aval de Ángel Aguirre, pone en duda el hecho y en el mismo comunicado, de aparente condena, califican al delegado del PRI de perverso, cuasi delincuente.
    El Chucho menor y Aguirre jamás evidenciaron algún sentimiento de solidaridad con la familia del catedrático, secuestrado el jueves 25 de noviembre en Chilpancingo, y por el contrario, se deslindaron de cualquier sospecha en su contra –como los criminales que claman su inocencia—e intentaron sembrar insidia entre la base social de Manuel Añorve Baños en su afán de capitalizar un hecho deleznable y lamentable.
    “Advertimos sobre el peligro de que este acontecimiento sea resultado de una estrategia derivada de la perversidad política, de esa que tanto le gusta al delegado del PRI, Fernando Moreno Peña, luego de que Contreras Gómez había manifestado su apoyo al candidato de la alianza “Tiempos Mejores para Guerrero”, Manuel Añorve Baños.”, expresó en su comunicado  del jueves 25 el Chucho menor.
    Y añadió:
    “El PRD se deslinda claramente la agresión al ex rector de la Universidad Autónoma de Guerrero.”.
    Uno responde ante esta estúpida aclaración: Quién cabrones pidió que deslindaran al PRD (que no es de ellos) del levantamiento que sufrió el ex rector de manos de un comando armado y a bordo de una Jeep Cherokee. “Aclaración no pedida, acusación manifiesta”, reza un dicho en el argot de abogados. Y es verdad.
    Aguirre y sus achichincles sospechosamente siempre están a la defensiva y quienes son agredidos representan al bando contrario, los añorvistas.
    El coordinador de campaña del cacique de Ometepec sabe lo que está en juego en este proceso electoral: la derrota definitiva de Los Chuchos y el proyecto político de Marcelo Ebrard y Manuel Camacho Solís. También, menos votos para el candidato a presidente de la república que Felipe Calderón Hinojosa apoye en el 2012. Nada es fortuito. Andrés Manuel López Obrador es su enemigo a vencer. Su odio hacia él es enfermizo.
    Por el momento, la familia del profesor Contreras sufre y requiere la solidaridad de sus amigos y conocidos. Los secuestradores exigen diez millones de pesos por su liberación y desgraciadamente el ex rector no era un hombre de negocios o de ahorros bancarios sorprendentes. Vive en la sencillez y confiaba en su entorno social. De ahí su comportamiento desapegado en los momentos de ejercitarse solo cada mañana, normalmente en compañía de un perro y sin guardaespaldas.
Picaluga y y el gato de Félix Maria Zuloaga
    Los Chuchos tienen que ser menos perversos, ellos sí, en su intento de hacer de la tragedia un negocio político. Por ejemplo, el comunicado de Zambrano y Aguirre simplemente evidenció su falta de calidad moral y el peligro que representan para los guerrerenses en caso de gobernar. Pobre Guerrero.

viernes, 26 de noviembre de 2010

Guerrero: La política carroñera de Aguirre

*Desentierra el cadáver del ex gobernador de Colima para hacer proselitismo electoral…
*Una foca de La Jornada de Guerrero, le sigue la corriente…
*La mala leche de la burocracia 
perredista en la promoción del voto…

Por Everardo Monroy Caracas

    Sigue aún caliente el cuerpo, pero Ángel Aguirre Rivero ya se trepó a él para hacer campaña política. Es evidente la desesperación de limpiar sus culpas por la ola de violencia que afecta principalmente a sus adversarios políticos. A su palero Félix Salgado Macedonio tampoco le ha temblado el pulso para seguirle el juego al cacique de Ometepec, el único que, de ganar la gubernatura, le permitiría regresar a la palestra de las ridiculeces con presupuesto estatal y federal. Siempre rodeado de actrices y cantantes de dudosa reputación. Hasta podría hacer la segunda parte de “Guerrero: vida y despelote del sepulturero del PRD acapulqueño”.
    Aguirre y su muñeco parlante, Salgado Macedonio, hacen la dupla perfecta. Uno desentierra cadáveres, en este caso el del ex gobernador de Colima,  Silverio Cavazos Ceballos, asesinado el 21 de noviembre cerca de su domicilio, y el otro, sin rubor alguno, se ensaña con Manuel Añorve Baños, el alcalde que sacó a la alta burocracia perredista del ayuntamiento de Acapulco y evidenció las tranzas y abusos de su antecesor, ahora guarnecido bajo un montón de periódicos. En estos momentos tiene el pomposo cargo de director editorial de La Jornada de Guerrero.
    El cobarde asesinato de Cavazos Ceballos, quien en varias ocasiones fue relacionado con asuntos de narcotráfico y su extraño e inexplicable enriquecimiento, aún sigue sin esclarecerse. Está en manos de las autoridades de Colima y del gobierno federal llegar al fondo de las cosas, de no tratarse de un asesinato por decreto.
    Sin embargo, Aguirre Rivero, en su afán de dañar el trabajo político de Manuel Añorve, quien le lleva la delantera en las encuestas, mueve a las focas de su campaña (periodistas chayoteros) para que cubran de sospechas del crimen al delegado del CEN del PRI en Guerrero, Fernando Moreno Peña. Sin rubor alguno, el cacique de Ometepec, dijo a los reporteros al término de una reunión con universitarios, el martes 24 de noviembre:
    --Ayer ustedes lo vieron por la noche, la viuda del ex gobernador Cavazos, hizo un referencia directa a quien hoy funge como delegado del Comité Ejecutivo Nacional del PRI, obviamente que es una situación gravísima que el señor en vez de venir a formular críticas a Guerrero sin ningún fundamento, debe de responder a la justicia…
    Lo que no dijo es que la señora Idalia González Pimentel no responsabilizó directamente al delegado priista en Guerrero, sino que su marido le dijo que no quería ser como él y estar todos los días ante los medios de comunicación. Moreno Peña escribe dos o tres columnas a la semana en un periódico de Colima y efectivamente fue un duro crítico de las administraciones de Cavazos y del actual gobernador, Mario Anguiano Moreno.
    Por fin Aguirre se ha quitado la máscara de político finito, modocito y bonachón. Ahora los guerrerenses saben que detrás de esa personalidad dual, se esconde un carnicero enfebrecido, ambicioso, que no le importa utilizar cadáveres para ganarse la atención de los electores. Eso sí, tras de él no faltaran las focas que le aplaudan, como el ex diputado “costales”, Salgado Macedonio. En fin, de algo tiene que sobrevivir el enterrador del PRD en Acapulco. Por cierto… Cuándo dará a conocer el ayuntamiento porteño el resultado de las auditorias que le practicaron al ahora periodista de escritorio?

jueves, 25 de noviembre de 2010

El alma de Chavarría en Casa de Gobierno

*PGR debe investigar a Zeferino y Ríos Piter
*La familia del legislador insiste en la motivación política del crimen
*Rogaciano Alba, otro de los sospechosos…

Por Everardo Monroy Caracas

    Armando Chavarría Barrera murió instantáneamente al recibir un balazo en la frente. El sicario hizo bien su trabajo. Era un profesional. La otra bala se alojó en el abdomen donde los estropicios fueron letales. En menos de dos minutos todo concluyó. Llegan a su fin los 50 años de vida del guerrerense. El gobernador Zeferino Torreblanca Galindo minimizó el hecho y ha contado con la complicidad de Felipe Calderón Hinojosa para no llegar al fondo de las cosas y encontrar a los asesinos y sus motivaciones.
    El 20 de agosto de 2009, a las 7:14 horas tuvo lugar el crimen, frente al domicilio de la víctima, en Lomas del Diamante, de Chilpancingo. El tirador y su acompañante aguardaron el arribo del diputado local. El 5 de mayo del 2008 habia renunciado a la secretaria general de gobierno y entre sus allegados argumentó que de seguir bajo la sombra de Torreblanca Galindo, difícilmente podría sacudirse la responsabilidad legal y moral de esclarecer tantos crímenes políticos que se suscitaban en la entidad. El más cercano a su separación del cargo, era la ejecución de 17 ganaderos, ocurridas entre el 3 y 4 de mayo, en Petatlán e Iguala.
    En torno a todos esos asesinatos, que llegaron a contabilizarse 27 hasta el 2 de septiembre, prevalecía la presencia del ex alcalde de Petatlán y ex dirigente de la Unión Ganadera Regional de Guerrero, Rogaciano Alba Álvarez. Este personaje siniestro que sobrevivió a varios atentados y perdió a tres hijos y un sobrino en la refriega, tenía nexos políticos con el diputado Armando Ríos Piter y el protector de éste, Torreblanca Galindo.
    El 9 de febrero de este año, Rogaciano fue detenido en un tramo de la carretera Guadalajara-Chapala. Lo relacionaron a los cárteles de La Familia y el de Sinaloa y supuestamente su propósito era enfrentar a los hermanos Beltrán Leyva y a los Zetas. Lo cierto es que Rogaciano se entregó y solo así pudo salvar su pellejo.
    La Procuraduría General de la Republica pudo intervenir abiertamente e investigar los posibles nexos políticos de Ríos Piter y Torreblanca Galindo con Rogaciano. Los familiares de Chavarría Barrera sospechan que el asesinato del presidente del Congreso del Estado estaba relacionado a la designación del candidato a gobernador por parte del PRD. Chavarría Barrera indiscutiblemente seria el asignado y confrontaría abiertamente con Torreblanca Galindo y, de llegar a la gubernatura, intentaría esclarecer los más de dos mil crímenes políticos que se han registrado en los últimos cinco años.  El único que le garantizaba impunidad y una salida decorosa al gobernador era Ríos Piter, su ex secretario de Desarrollo Rural.
    La agencia informativa Apro, del corporativo Proceso, el 12 de febrero publicó el siguiente reportaje que vale la pena reproducir, por esclarecedor. El reportero Ezequiel Flores lo redactó tres días después de la detención o su entrega a la policía ministerial de Rogaciano Alba.

“El Señor del Sombrero”, un consentido del Ejército

    Chilpancingo, Gro.- En Guerrero su nombre es sinónimo de contrastes: muerte, odio y terror se mezclan con respeto, afecto y protección.
    Rogaciano Alba Álvarez conocido como “El Señor del Sombrero” tejió una serie de alianzas con autoridades civiles y militares que lo llevaron a ser señalado como el principal capo originario de esta entidad.
    Después de convertirse en cacique ganadero, militante distinguido del PRI y alcalde en dos ocasiones de Petatlán, logró afianzar su presencia en las siete regiones de Guerrero al amparo de la organización que él mismo formó en la década de los noventa: la Unión Ganadera Regional del estado de Guerrero (UGREG).
    Era común ver a “Roga” -como le dicen sus allegados-  celebrar en bonanza junto a funcionarios, políticos y oficiales del Ejército durante los festejos anuales de la creación de la UGREG.
    Su compadrazgo con el ex gobernador Rubén Figueroa Alcocer y los intereses mutuos que tienen en la Sierra de Petatlán llevaron a Rogaciano Alba a confrontarse con un grupo de campesinos que se oponía a la tala inmoderada de los bosques de esta zona. Los inconformes integraron la Organización de Campesinos Ecologistas de la sierra de Petatlán y Coyuca de Catalán.
    Este conflicto ha dejado una larga lista de muertes, entre ellos René Alba, hermano de “El Señor del Sombrero”. Este último culpó a los "ecologistas", mientras que ellos responsabilizaron a Rogaciano Alba de la muerte de la abogada Digna Ochoa, quien asumió la defensa legal de Rodolfo Montiel y Teodoro Cabrera cuando estuvieron presos en 2001.
    Después de llevar su actividad como dirigente ganadero en la entidad, el 3 de mayo de 2008 un comando de 60 hombres armados irrumpió en un hotel de Iguala donde se realizaba el festejo anual de la creación de la UGREG y asesinó a siete dirigentes ganaderos. Rogaciano resultó ileso.
    Horas después, un comando con características similares incursionó en Petatlán y asesinó a diez hombres, entre ellos a los dos hijos de “El Señor del Sombrero”, Alejandro y Roosvelt Alba de la Cruz. El grupo agresor se llevó a su hija Ana Karen que hasta el momento sigue desaparecida.
    Desde la clandestinidad, durante una entrevista radiofónica transmitida desde la estación del gobierno estatal en la región de Tierra Caliente, Rogaciano Alba rechazó tener vínculos con el narco y en su lenguaje natural expresó: "Yo nunca me he querido meter con nadie, si alguien tiene algo, que me lo canten derecho, y si mis hijos les robaron algo, ellos no molestaban a nadie, no le han robado a nadie, no sé por qué tanta saña para matarlos así”.
    Sin embargo, la ola de violencia se recrudeció en la entidad y de octubre a diciembre de 2008 fueron colocadas una serie de mantas en sitios públicos de municipios de Costa Grande y Tierra Caliente y el estado de Michoacán, donde por primera vez se denunciaba la presunta protección de jefes militares a Rogaciano Alba y sus vínculos con Joaquín, “El Chapo” Guzmán e Ismael, “El Mayo”, Zambada.
    Las narcomantas acusaban directamente al comandante del 19 Batallón de Infantería con sede en Petatlán, Víctor Manuel González Trejo, de proteger a “El Señor del Sombrero”. Días después el oficial fue relevado.
    A principios de 2009, mandos de la Policía Federal Preventiva vincularon de forma oficial a Rogaciano Alba con el grupo de “El Chapo” y de “El Mayo” y el gobernador postulado por el PRD, Zeferino Torreblanca Galindo, salió en defensa del cacique ganadero al declarar públicamente que "nadie es culpable hasta que se demuestre lo contrario".
    Desde el ataque donde murieron sus hijos y los dirigentes ganaderos, Rogaciano Alba vivió de forma furtiva, se desconocía su paradero, aunque hubo versiones de que se refugió por un periodo en la sede del 19 Batallón de Infantería y posteriormente en su rancho ubicado en la comunidad de Chaveta, en la sierra de Petatlán.
    El corredor Acapulco - Costa Grande sigue siendo disputado de forma feroz entre operadores del cartel de los Beltrán Leyva y de “El Chapo” Guzmán en alianza con “La Familia Michoacana” que se asentó en Petatlán para conformar “La Familia Guerrerense”.
    Incluso cuatro días antes de que policías federales lo detuvieran en Jalisco, el domingo 7 de agosto frente a su casa en Petatlán fue dejada la cabeza de un jefe policíaco local con el siguiente mensaje:“Esto va para Roga Alba, Memo Alba y el director de Seguridad Pública por entregar gente inocente. Atentamente: El Ejército Popular. “nosotros no matamos gente inocente”. 

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Un angelito del pentágono en Guerrero

*En un hotel de Toluca confirmaron 
su amor Calderón y Los Chuchos
*De traición a traición, los auténticos perredistas son abatidos
*Ortega, Camacho y Ebrard, alcahuetes de la derecha y la oligarquía financiera: López Obrador


Por Everardo Monroy Caracas

    El viernes 8 de octubre, Andrés Manuel López Obrador se reunió con sus simpatizantes en     Atlacomulco. Podría tratarse de una más de sus concentraciones proselitistas y no era así: el presidente legitimo, utilizó esa tribuna pública y denostó a Los Chuchos de la Nueva Izquierda por aprobar un resolutivo que permitiría hacer alianza con el PAN para designar al candidato a gobernador en el Estado de México. Lo mismo que intentaron hacer entre julio y agosto en Guerrero.
    Los 281 consejeros perredistas, 193 de ellos de Nueva Izquierda y Alternativa Democrática Nacional, el mismo viernes 8 deliberaron en un hotel de Toluca el asunto de las alianzas. No hubo sorpresas, los seguidores de Los Chuchos impusieron su mayoría. Le abrían la puerta al PAN para que de la mano impusieran al candidato a la gubernatura que competiría, en el 2011, contra el “delfín” de Enrique Peña Nieto.
    López Obrador no dudó en cuestionar duramente esa decisión. En San Felipe del Progreso, importante reducto perredista, externó:
    --Quiero mucho a mi partido y veo realmente con admiración a sus militantes, pero no es posible que por decisión de los dirigentes se pierda el rumbo del PRD; no se fundó para ser partido alcahuete de los potentados de la mafia del poder, sino instrumento de lucha…
    Y le preguntó a sus seguidores:
    --Cómo ven esta alianza entre el PRD y el PAN?
    Los gritos arreciaron:
    “Basura! Basura! Basura! Basura…!”
    --A los dirigentes nacionales se les olvidan los orígenes del PAN, que ese partido y el PRI son lo mismo y que hace cuatro años nos robaron la Presidencia de la República –insistió López Obrador.
    Mas gritos de molestia, de frustración… El presidente legítimo cerraba su recorrido en Atlacomulco. Durante el día había encabezado mítines en las cabeceras municipales de El Oro, San José del Rincón, San Felipe del Progreso y Temascalcingo.
    Los consejeros chuchistas y los auténticos perredistas realizaron la asamblea bajo una fuerte carga de tensión. Los segundos sabían de los acuerdos existentes entre Jesús Ortega, Jesús Zambrano, Carlos Navarrete y Guadalupe Naranjo con Calderón Hinojosa, vía secretario de Gobernación. En dos horas se cocinó la puñalada y los 88 participantes que se opusieron a la alianza PAN-PRD abandonaron el lugar y advirtieron que no permitirían esa imposición. Incluso, denunciaron que 26 consejeros carecían de legalidad al ser designados a última hora, sin la aprobación de una asamblea.
    --Pinches vendidos, cómo pueden traicionar al partido –exclamó una de las consejeras.
    Y su compañero Julio César Tinoco, complementó:
    -- Vamos a ir hasta las últimas consecuencias para echar abajo esta resolución. Están equivocando el camino, la estrategia. Además, ganan a la mala porque hasta consejeros cachirules metieron…
    Todo fue inútil. La imposición del resolutivo se materializó y López Obrador tuvo que apergollar. Lo mismo había ocurrido  dos meses antes en Guerrero. Impusieron a Ángel Aguirre, aunque los auténticos perredistas no permitieron que el PAN abanderara a su candidato. Sin embargo, el color azul estaría en la propaganda y en el discurso.
    Calderón y Los Chuchos, con ayuda de Marcelo Ebrard y Manuel Camacho Solís, proseguían en su estrategia de intentar debilitar cualquier indicio de fortaleza cupular de su adversario. No importaba su nivel de influencia en la base perredista, petista o convergencionista. El tener en sus manos a la burocracia de los tres partidos, los magistrados y concejeros electorales, significaba más dinero, poder legal para manipular los resultados finales de cualquier elección constitucional e imponer legisladores y gobernantes afines a las oligarquías financieras y los halcones del Pentágono.
    Ángel Aguirre y el futuro candidato a gobernador del Estado de México, tras los resultados de los comicios, les permitiría avanzar cuantitativamente y en su momento, incidir en los resultados finales del proceso político electoral del 2012. En algo ya deben estar satisfechos: haber desmadrado al perredismo de ambos estados y, en el caso de Guerrero, estar ya el partido en manos de la derecha y sus parásitos: Los Chuchos y el angelito malvado de Ometepec.

martes, 23 de noviembre de 2010

Don Quijote en La Chaveña

*De la Rosa Hickerson y el sorprendente arte de sobrevivir
*El Cereso: la dura escuela de los sicarios y viciosos…
*Editores, nada a la sociedad, todo para su bolsillo…

Gustavo de la Rosa Hickerson
Por Everardo Monroy Caracas

    El Cereso de Ciudad Juárez tenía una población de casi dos mil internos hacinados. El 85 por ciento seguía atado al infierno de las adicciones. Por lo tanto, el director del penal y sus celadores permitían la venta de mariguana, anfetaminas, cocaína y heroína. Así estaban las cosas cuando en 1997 me asignaron esa fuente en El Diario.
    Un abogado estaba al frente del Cereso: Gustavo de la Rosa Hickerson. Había aceptado el cargo, tras perder las elecciones de 1995 como candidato del PRD a alcalde de Ciudad Juárez. El panista, Ramón Galindo Noriega lo venció en las urnas y lo invitó a colaborar en su administración. Sus detractores ironizaban: de alcalde a alcaide.
    Sin embargo, De la Rosa supuso que desde esa posición burocrática entendería mejor los entretelones del poder judicial, en manos de jueces y ministros ya versados en convertir en una mercancía redituable los delitos inherentes al crimen organizado: secuestros, homicidios con premeditación y ventaja, asaltos a mano armada, pandillerismo, narcomenudeo, tráfico humano, violación sexual, fraude y cohecho.
    El penal se encuentra a treinta kilómetros de las instalaciones de El Diario y era necesario tomar dos autobuses para cubrir esa fuente informativa. Tenía que depender de la buena disposición de los reporteros gráficos, que contaban con vehículo propio, para no perder las noticias que ahí se generaran. Las oficinas de los juzgados penales también hallábase en la planta baja del Cereso. La odisea no era fácil, porque el reportero estaba condenado a perder su trabajo si el periódico de la competencia le ganaba cualquier noticia que Osvaldo Rodríguez Borunda, propietario de El Diario, consideraba de importancia.
    El director editorial y los jefes de información y redacción experimentaban un malévolo sentimiento cuando el reportero vivía bajo la angustia de no contar con un medio propio de transporte para recorrer las fuentes de información asignadas: juzgados penales, Cereso, agencias del Ministerio Público estatales y federales y hasta la cárcel municipal. Lugares disímbolos geográficamente y sin posibilidades de cubrir desde un cómodo escritorio y a través de la línea telefónica. El asunto era enfermizo.
    Tuve que aliarme con dos o tres reporteros gráficos y preocuparme por apoyarlos con gasolina y constantes invitaciones a restaurantes y bares. Así fue como saqué adelante mi trabajo y poco a poco empecé a crear mi propia red de informadores. En el Cereso logré ganarme la confianza de dos de los ocho jueces, pero a cambio de sus filtraciones informativas, tenía que callar ante denuncias que se presentaran en su contra. Lo mismo me ocurrió en la delegación de la Procuraduría General de la Republica y en el penal del estado.
    Los directivos de El Diario experimentaban otra realidad, la burocrática, cargada de insidia, ira contenida, frustración profesional y falta de respeto al trabajo del reportero. Nos convertían en simples maquiladores de noticias, sin posibilidades de alterar el orden establecido en las dependencias municipales, estatales o federales. Por ejemplo, cualquier asunto relacionado a las maquiladoras jamás era ahondado o destacado en los periódicos.
    Los pobres y viciosos seguirían siendo la veta fundamental de la noticia vendible del día. De la Rosa Hickerson, por el contrario, veía con impotencia que en el Cereso poco o nada podría hacerse para combatir las causas de la violencia que desmadraba ya a Ciudad Juárez. Hacer trabajo de inteligencia para las corporaciones policiacas tampoco contribuía en mejorar el estado de cosas, porque indirectamente las fuerzas oscuras, relacionadas al crimen organizado, también se allegaban ilegalmente de esa información. Así que optó por nadar de a muertito y dentro de sus posibilidades mejorar las instalaciones del inmueble carcelario y combatir la venta de heroína en el penal, por adictiva y lesiva en la convivencia interna.
    Trece años después, De la Rosa Hickerson continúa en una especie  de cruzada reivindicativa de la dignidad humana. Su vida personal y familiar es ejemplar, fuera de cualquier escándalo denigratorio. Por su formación académica e ideológica (¿socialdemócrata?) propugna por la legalidad y el respeto a la vida. Es visitador de la Comisión Estatal de Derechos Humanos y por oponerse a la militarización de su estado, constantemente enfrenta amenazas de muerte de paramilitares, oficiales del ejército y de la policía preventiva, agentes ministeriales y hasta de narcos y sicarios.
    En 1981 abrió por primera vez sus rejas el Cereso de Ciudad Juárez y en 29 años ha sido el refugio temporal de miles de asesinos, hampones de cuarta, proxenetas, tratantes de blancas, traficantes de drogas, homicidas seriales, psicópatas y narcomenudistas. Los mismos que ahora pululan por las calles y ejecutan o son ejecutados por ser viciosos, pobres y sospechosos de pertenecer a algún cártel de la droga. El negocio de los editores de la prensa nacional e internacional sigue en jauja. Porque en los hechos jamás han invertido un centavo en impulsar el deporte, abrir guarderías para las madres solteras que laboran en la maquila o presidir alguna fundación que implemente programas preventivos en el consumo desmedido de drogas y a favor de la unidad familiar. En realidad, al igual que los propietarios de las maquiladoras, bares y centros nocturnos, son unos pinches parásitos de la violencia y de sus trabajadores. 

lunes, 22 de noviembre de 2010

Por qué votar por Añorve?

*La izquierda auténtica debe crecer sin confrontación armada
*El PRD de Guerrero ya está 
infiltrado por la ultraderecha y el fascismo…
*Tenemos que apoyar el movimiento nacionalista de Andrés Manuel López Obrador

Por Everardo Monroy Caracas
He recibido veintitrés correos electrónicos de amigos y conocidos por comprometer mi voto, de estar en Guerrero, al doctor Manuel Añorve Baños. Por lo mismo, es necesario aclarar paradas ante el futuro escrutinio de los hijos. Lo comicios venideros han sido pervertidos por una burocracia corrompida, involucionada en las entrañas de todos los partidos políticos. Ninguno se salva.
    PRI, PRD, PAN, PT, PVEM, Panal y PC han tenido la oportunidad histórica de gobernar y cogobernar. En la mayoría de los municipios del país tienen regidores, alcaldes, síndicos, diputados, senadores y gobernadores. Hasta la fecha ningún burócrata de esas organizaciones políticas, NINGUNO y lo reafirmo, ha trascendido por hacer algo diferente dentro de las administraciones públicas de corte burgués o procapitalista.
    Chiapas, Oaxaca y Guerrero siguen bajo el yugo de una oligarquía fascista y al servicio del capital trasnacional. De los doce millones de indígenas que hay en el país, seis millones hablan náhuatl, maya, otomí, zapoteco y mixteco. Sin embargo, pese a ser los auténticos propietarios de su territorio, rico en metales preciosos, madera fina, flora medicinal y una fauna sorprendente, han sido despojados por la avaricia y perversidad del hombre blanco.
    A la par de los indígenas, otros 30 millones de mexicanos también viven en la miseria. Los gobiernos neoliberales trabajan para los grandes trust y contribuyen en la depauperización de sus sociedades. Los medios masivos de comunicación esconden parcialmente esa verdad e inyectan valores de consumo que prolongan privilegios y sentimientos individualistas que no pueden trascender el entorno de la familia. Ya ni los vecinos son entes de fiar, de acuerdo a la óptica de esa prensa.
    En 1980 fui corresponsal de la revista Proceso en Guerrero y trabajé en los periódicos Revolución y Pueblo, del que colaboré en su fundación. Por publicar un reportaje que denunciaba la presencia de varias osamentas humanas en un pozo artesiano del desaparecido fraccionamiento Copacabana de Acapulco, fui detenido y torturado en la cárcel municipal. El esposo de una amiga, que era teniente de corbeta de la Armada de México, intervino para mi liberación. Don Julio Scherer García, entonces director general del semanario Proceso, me brindó su apoyo en mi rehabilitación y tuve que ser trasladado a la ciudad de México.
    El gobernador Rubén Figueroa Figueroa, en un encuentro que tuve con él tres meses después del incidente, me advirtió que el contenido del reportaje, donde lo responsabilizaba una organización no gubernamental de la desaparición de más de 450 personas relacionadas a la guerrilla rural, pusieron en peligro su seguridad física.  “Por su culpa, mi amigo, en estos momentos cualquier cabrón enfermo que se crea con derechos y a nombre de su revolución, me puede dar un balazo”, me dijo.
    En esos momentos vislumbré una nueva realidad social en México y decidí mi camino ideológico: opté por enfrentar a mi manera a esas fuerzas reaccionarias y fascistas. El periodismo seria el instrumento para difundir los abusos de poder de esta casta de asesinos.
    En los comicios del 30 de enero, vislumbro los riesgos que conlleva el permitir que Ángel Aguirre Rivero nuevamente gobierne Guerrero. Este hombre es tan letal como el viejo Figueroa y su hijo del mismo nombre, involucrado en la matanza de campesinos en el vado de Aguas Blancas. Ha demostrado insensibilidad ante la miseria y la injusticia. Por lo mismo, su alianza con la derecha (representada por Felipe Calderón) y los lumpen de la izquierda moderna (representada por Los Chuchos, Zambrano y Ortega) únicamente tiene el propósito de impedir que la verdadera izquierda nacionalista ascienda y se reorganice para la toma del poder, sin necesidad de integrarse a las guerrillas.
    Manuel Añorve Baños, hombre de familia y de palabra, ha tenido acercamientos con gente allegada a Andrés Manuel López Obrador y se ha comprometido a cogobernar con auténticos luchadores sociales. Ya no es un asunto de figueroistas contra lopezobredoristas, porque el cacique Rubén Figueroa está abiertamente confrontado con Aguirre y también para sobrevivir políticamente tiene que aliarse al candidato del PRI. No le queda de otra.
    Recapitulando: Manuel Añorve es el único que le garantiza a la verdadera izquierda guerrerense no quedar al margen de las futuras decisiones políticas y administrativas en el gobierno del estado. Las ONGs y los otros movimientos sociales organizados deben armar los instrumentos legales y políticos para influir en las acciones de gobernabilidad a favor de los indígenas, jornaleros y asalariados pobres. Ni Aguirre o el candidato del PAN estarán de su parte. Ha quedado demostrado, porque Aguirre ya gobernó.
    Mi decisión personal, lo aclaro, va mas allá de mis conocidos en Guerrero que cada día se reinventan para sobrevivir y no perder sus privilegios económicos y burocráticos. Algunos hasta se prostituyen. Es un asunto de principios y de estrategia política a favor de los condenados de la tierra. Por lo mismo, en julio del 2012, también le daré mi sufragio a Andrés Manuel López Obrador, de ser el candidato a la presidencia de México.

domingo, 21 de noviembre de 2010

Testigo estelar

Todo indicaba que, tras su detención, la carrera delictiva de ‘El Grande’, llegaba a su fin, pero el capo supo negociar y hoy es un singular testigo protegido de la PGR. En sus declaraciones ministeriales embarró a cuanto mando pudo. Lo que se ignora es por qué la titular de la Siedo, Marisela Morales, se negó a consignar en el expediente los pasajes en los cuales el detenido alude a sus contactos con Felipe Calderón, con otros funcionarios federales y con el senador panista Guillermo Anaya...

Por Ricardo Ravelo/Reportero investigador/Proceso


    MÉXICO, DF.- Tras su detención el 12 de septiembre pasado en un fraccionamiento de Puebla, Sergio Villarreal Barragán, ""El Grande"", el antiguo amo del narcotráfico en la Comarca Lagunera, debuta ahora como testigo estelar de la Procuraduría General de la República (PGR).
    Desde su arresto, la dependencia le dio un trato preferencial. Una orden presuntamente girada por el procurador Arturo Chávez sentó a Villarreal Barragán en la mesa de negociaciones con la titular de la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (Siedo), Marisela Morales Ibáñez.
    Hoy, "El Grande" goza de privilegios. Además de tener un sueldo mensual generoso, las autoridades se comprometieron a cancelar varias de las averiguaciones previas en su contra y a no decomisarle ninguno de los bienes que adquirió cuando fue operador de la célula de los hermanos Beltrán Leyva.
    A cambio de ello, él debía declarar todo lo que sabe sobre las redes de corrupción en las corporaciones policiacas y proporcionar los nombres de los presuntos funcionarios y agentes vinculados con las organizaciones criminales.
    A la PGR le urgía incorporar a "El Grande" al programa de testigos luego de que el 29 de octubre último un tribunal de alzada concedió la libertad a Jorge Alberto Zavala Segovia, un ex agente federal de la Siedo que estuvo dos años de prisión. El fallo puso en riesgo la Operación Limpieza, encaminada a sanear a la procuraduría.
    Para evitar que esa investigación fracasara y que otros coacusados fueran liberados por falta de pruebas, "El Grande" aportó datos que comprometían a Zavala Segovia, por lo que el ex agente fue reaprehendido. En su testimonio, "El Grande" aseguró que vio a Zavala Segovia con maletas repletas de billetes de 100 dólares con los que presuntamente "salpicaba" a funcionarios de la Siedo para que brindaran protección a su jefe Arturo Beltrán Leyva.
    Villarreal Barragán comenzó a rendir testimonios sobre la vinculación de funcionarios con los cárteles de la droga luego de su detención. Algunos agentes de la PGR señalan incluso que él fue quien solicitó ser incorporado al programa de testigos protegidos y que Marisela Morales aceptó la propuesta del detenido, a quien se le asignó el nombre clave de Mateo. Morales Ibáñez declaró que "El Grande" fue incorporado a ese programa por una orden dictada "desde arriba".
    En sus declaraciones a la agente del Ministerio Público federal Angélica Herrera Rivero y en presencia de sus defensores, el testigo comenzó a hablar de las redes que tejió Arturo Beltrán Leyva con altos funcionarios federales.
    Según la averiguación previa PGR/Siedo/UEITMIO/0992010 /2010, Mateo reveló que en septiembre de 2006 conoció a Felipe Calderón, cuando ya era presidente electo. Ese día, durante el bautizo de Elsa Anaya, hija del senador panista Guillermo Anaya Llamas, el anfitrión los presentó.
    Según el testigo protegido, Anaya Llamas y Calderón son compadres y durante ese convivio el senador le comentó a Calderón durante la presentación: "Cualquier cosa que se ofrezca, queda a sus órdenes". El presidente contestó: "Igualmente".
    Además, señaló que entre 2003 y 2005, cuando fue presidente municipal de Torreón, Coahuila, Anaya Llamas le asignó una escolta personal, así como agentes para que custodiaran el traslado de cargamentos de cocaína y dinero.
    Mateo también habló de las líneas de parentesco que unen a su familia con la de Anaya Llamas. Dijo que su hermano Adolfo Villarreal estuvo casado con Elsa María Anaya Llamas, hermana del político panista, y que las familias "siempre han mantenido relación de amistad y de negocios", a pesar de que Elsa María y Adolfo llevan años separados.

LA VERSIÓN DE ‘MATEO’
    Proceso informó sobre el bautizo de la hija del senador, quien incluso fue entrevistado. En esa ocasión Anaya Llamas aseguró que Sergio Villarreal no estuvo en esa fiesta y aclaró que su hermana Elsa María se divorció de Adolfo Villarreal en 2005; también respondió que desde hace 10 años él no tiene contacto con la familia Villarreal.
    Sin embargo, Mateo cobró confianza y en sus declaraciones comenzó a desmenuzar la trama de complicidades entre la célula de los hermanos Beltrán Leyva y funcionarios de la Siedo y de la Secretaría de Seguridad Pública federal (SSP).
    Mencionó que desde su residencia en Morelos, donde vivía protegido por funcionarios del gobierno de ese estado, Arturo Beltrán ordenó varios asesinatos y que el secretario de Seguridad Pública, Luis Ángel Cabeza de Vaca Rodríguez, le proporcionaba aeronaves oficiales al capo para sus traslados.
    El testigo dijo también que Arturo Beltrán le ordenó hacerse cargo de la logística para ejecutar al comisionado de la Policía Federal Preventiva Édgar Millán Gómez, quien fue asesinado en su departamento por un sicario enviado por Arturo Beltrán el 8 de mayo de 2008.
    En ese crimen, expuso, colaboró también un comandante del grupo Yaqui de la PGR apodado "El Perro", quien era escolta de Millán Gómez. Ese agente, según Mateo, tiene contactos con drogadictos del barrio de Tepito, en la Ciudad de México. Cuando él le comentó que la idea era presentar el crimen de Millán como algo pasional o como un asalto, "El Perro" le proporcionó las llaves de la casa de Millán Gómez, ubicada en la colonia Morelos.
    Además, dijo, fue él quien le indicó la hora exacta de la llegada del funcionario a su domicilio para que los sicarios que contrató esperaran el arribo de Millán para ejecutarlo.
    Mateo expuso: ...que el crimen de Millán fue bien planeado, que cuando se corrompe a las personas indicadas no hay errores y todo sale bien. Que a Millán se le ejecutó porque (a pesar de que) ya tenía más de seis meses apoyando con información al cártel, dos meses antes de su ejecución apagó sus teléfonos y los miembros del cártel no pudieron localizarlo para que les diera su apoyo en información de operativos, y que esto fue lo que detonó que su jefe Arturo Beltrán Leyva ordenara su ejecución.
    Que esta misma suerte iba a correr también Luis Cárdenas Palominos (coordinador de Seguridad Regional de la Policía Federal), a quien Arturo (Beltrán) le había hecho llegar una fuerte cantidad de dinero y éste sólo la recibió pero nunca se comunicó con el cártel... Por ese motivo Arturo Beltrán me ordenó planear y ejecutar a Cárdenas Palominos.
    En otro apartado señaló que otro funcionario que tenía que ser ejecutado de forma inmediata era (Armando) Espinoza de Benito (coordinador de Inteligencia de la Policía Federal), ya que este comandante, según le comentó Arturo Beltrán, lo quería chingar porque recibía dinero por parte de El Chapo Guzmán. Que tras recibir la orden se abocó a su cacería y que luego Arturo Beltrán les dijo que ya no anduvieran matando a gente del gobierno sólo porque sí, que a los del gobierno que fueran a matar sólo sería porque se les pagara y aún así lastimaran los intereses de la organización.

LOS PASOS DE ‘El Grande’
    Sergio Villarreal Barragán, relató que en su natal Coahuila fue agente ministerial y que era cliente asiduo de los bares Flamingos y La Masacuata, donde los integrantes del grupo musical La Banda de San Jacinto le compusieron incluso un corrido.
    En sus declaraciones, mencionó también que tenía contactos en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) y habló sobre la forma en que solía pasar los cargamentos de droga, así como de las personas que asesinó, todas ellas de la Administración General de Aduanas.
    Según él, por fallarle en la recepción de un cargamento de media tonelada de cocaína, la cual debió llegar al AICM a través de la empresa Jet Service, levantó, torturó y descuartizó a tres aduaneros:
    El primero fue Carlos Alberto Tapia. Su cuerpo fue encontrado con la cabeza desprendida el 16 de diciembre de 2007 en Tlalnepantla, Estado de México; era agente de aduanas del Aeropuerto Internacional, y con quien me arreglé para que recibiera la droga; el segundo fue José Villegas Valdivia, también agente de aduanas del aeropuerto, quien fue hallado con el cuerpo descuartizado en la carretera México-Tuxpan, y el tercer cuerpo descuartizado fue el del gerente de la empresa Jet Service de nombre Francisco Gerardo Santos Iglesias.
    La PGR inició las averiguaciones previas TLA/I/7422/2007/12-T y OTU/II/1950/2007 para indagar sobre las tres ejecuciones.
    Según Villarreal Barragán, en la célula de los hermanos Beltrán Leyva había traiciones y muertes. En una de esas pugnas, dijo, torturó y asesinó a Mario Pineda Villa, conocido como "El MP", por órdenes de Arturo Beltrán:
    A ese marrano yo mismo lo levanté. Se creía muy sanguinario y además no era de mi agrado. Lo amarré y le di de patadas hasta que perdió el conocimiento. Le dije: "Ya ves pinche marrano, no que muy cabrón", posteriormente ordené que lo subieran a un vehículo y que fuera trasladado por la carretera vieja que lleva a Cuernavaca y a la altura del poblado de Huitzilac, Morelos, ordené que lo bajaran y descargué una ráfaga de cuerno de chivo en contra de él estando amarrado.
    Posteriormente Arturo (Beltrán) me ordenó que se ejecutara a todos los que tenían relación con "El MP" o sencillamente quien fuera su amigo, aunque no tuviera que ver con el negocio de las drogas y así se procedió en esos días, levantando más o menos a 90 personas, mismas que eran golpeadas y ejecutadas… Que posteriormente a esos hechos mantuvo una relación sentimental con la esposa de Mario Pineda, alias "El MP", de nombre Clarisa.
    Con relación a la ruptura de Arturo Beltrán y "La Barbie", por una supuesta traición de éste a su jefe, Villarreal asegura que él mismo ejecutó a más de 150 personas en Morelos y Guerrero. Una de las primeras fue un colaborador de "La Barbie".
    En su relató ministerial, el testigo aseguró que esa persona fue torturada y degollada; además, se grabó un video para subirlo a las redes sociales con amenazas a "La Barbie", quien era aficionado a ver los videos relacionados con el crimen organizado. (APRO)



Información clasificada
    Cuando Villarreal Barragán rindió su testimonio ante la PGR, la titular de la SIEDO, Marisela Morales Ibáñez, ordenó que los pasajes relativos al presidente Felipe Calderón y a los funcionarios de su gabinete no se consignaran, por lo que esos fragmentos quedaron archivados.
    Según averiguó el reportero, durante las negociaciones Morales Ibáñez le comentó a Villarreal Barragán que era muy importante para la PGR saber qué funcionarios estaban implicados en la llamada Operación Limpieza, pues estaban en puerta las primeras libertades de varios de los ex agentes procesados, por lo que le pidió que se enfocara sólo en ese aspecto.
    Según el acuerdo, Villarreal Barragán debía declarar que él personalmente entregaba dinero a los funcionarios de la Siedo para que le proporcionaran información que beneficiara al cártel de los hermanos Beltrán Leyva. La PGR incluso le ofreció seguridad para él y su familia, escuela para sus hijos y la cobertura de los costos que ello generara; un pago mensual decoroso por su colaboración y gastos de manutención.
    La funcionaria también le comentó que por "órdenes superiores" no se tocaría su patrimonio ni el de su familia, que incluyen ranchos, coches, camiones, aviones y negocios diversos.
    Durante su etapa de esplendor en la Comarca Lagunera, tierra de narcos y de grandes fortunas amasadas con el lavado de dinero y el narcotráfico, Villarreal Barragán vivió en el municipio de Lerdo, Durango, al amparo de la alcaldesa panista Rosario Castro Lozano (2004-2007), hermana del actual subprocurador de Derechos Humanos, Atención a Víctimas y Servicios a la Comunidad de la PGR, Juan de Dios Castro Lozano.
    En una residencia que por un tiempo habitó Arturo González Hernández, "El Chaky", gatillero de Vicente Carrillo, Sergio Villarreal estuvo a punto de ser detenido en una ocasión. El general Eduardo Miranda, entonces jefe de la base militar conocida como "La Joya", montó un operativo y se trasladó con sus hombres a la residencia de Lerdo.En el momento en que iba a entrar, apareció la alcaldesa Rosario Castro. Iba acompañada de Raúl Villegas Morales, director de Seguridad Pública, y de Isaías Castillo Luna, un policía ampliamente conocido por la protección que brindó a "El Chaky".
    Testigos de los hechos relatan que Rosario Castro impidió la detención de Villarreal Barragán. Le exigió al general Miranda la orden de cateo y el permiso para entrar a su municipio. Tan fuerte fue la arremetida de la alcaldesa, que el militar tuvo que soltar a los detenidos y retirarse del lugar.
    Hoy, aun cuando lleva más de dos meses detenido, el capo sigue teniendo buenas relaciones con funcionarios. Además, como testigo estelar de la PGR, goza de protección e impunidad del gobierno que lo atrapó el 12 de septiembre pasado en la ciudad de Puebla.
Mas informacion en este link: copie y pegue en la barra de busqueda de direcciones web y dele enter:
https://docs.google.com/viewer?a=v&pid=explorer&chrome=true&srcid=0BxvwtVS0QMyvNmVkNDZiMDMtMTQ3Ni00YzJjLThkYjEtOGQ0NGFhMTkxMzJl&hl=es

sábado, 20 de noviembre de 2010

El enigma de los dos Chávez

por Gabriel García Márquez

Carlos Andrés Pérez descendió al atardecer del avión que lo llevó de Davos, Suiza, y se sorprendió de ver en la plataforma al general Fernando Ochoa Antich, su ministro de Defensa. "¿Qué pasa?", le preguntó intrigado. El ministro lo tranquilizó, con razones tan confiables, que el Presidente no fue al Palacio de Miraflores sino a la residencia presidencial de La Casona. Empezaba a dormirse cuando el mismo ministro de Defensa lo despertó por teléfono para informarle de un levantamientio militar en Maracay. Había entrado apenas en Miraflores cuando estallaron las primeras cargas de artillería.
    Era el 4 de febrero de 1992. El coronel Hugo Chávez Frías, con su culto sacramental de las fechas históricas, comandaba el asalto desde su puesto de mando improvisado en el Museo Histórico de La Planicie. El Presidente comprendió entonces que su único recurso estaba en el apoyo popular, y se fue a los estudios de Venevisión para hablarle al país. Doce horas después el golpe militar estaba fracasado. Chávez se rindió, con la condición de que también a él le permitieran dirigirse al pueblo por la televisión. El joven coronel criollo, con la boina de paracaidista y su admirable facilidad de palabra, asumió la responsabilidad del movimiento. Pero su alocución fue un triunfo político. Cumplió dos años de cárcel hasta que fue amnistiado por el presidente Rafael Caldera. Sin embargo, muchos partidarios como no pocos enemigos han creído que el discurso de la derrota fue el primero de la campaña electoral que lo llevó a la presidencia de la República menos de nueve años después.
    El presidente Hugo Chávez Frías me contaba esta historia en el avión de la Fuerza Aérea Venezolana que nos llevaba de La Habana a Caracas, hace dos semanas, a menos de quince días de su posesión como presidente constitucional de Venezuela por elección popular. Nos habíamos conocido tres días antes en La Habana, durante su reunión con los presidentes Castro y Pastrana, y lo primero que me impresionó fue el poder de su cuerpo de cemento armado. Tenía la cordialidad inmediata, y la gracia criolla de un venezolano puro. Ambos tratamos de vernos otra vez, pero no nos fue posible por culpa de ambos, así que nos fuimos juntos a Caracas para conversar de su vida y milagros en el avión.
    Fue una buena experiencia de reportero en reposo. A medida que me contaba su vida iba yo descubriendo una personalidad que no correspondía para nada con la imagen de déspota que teníamos formada a través de los medios. Era otro Chávez. ¿Cuál de los dos era el real?
    El argumento duro en su contra durante la campaña había sido su pasado reciente de conspirador y golpista. Pero la historia de Venezuela ha digerido a más de cuatro. Empezando por Rómulo Betancourt, recordado con razón o sin ella como el padre de la democracia venezolana, que derribó a Isaías Medina Angarita, un antiguo militar demócrata que trataba de purgar a su país de los treintiséis años de Juan Vicente Gómez. A su sucesor, el novelista Rómulo Gallegos, lo derribó el general Marcos Pérez Jiménez, que se quedaría casi once años con todo el poder. Éste, a su vez, fue derribado por toda una generación de jóvenes demócratas que inauguró el período más largo de presidentes elegidos.
    El golpe de febrero parece ser lo único que le ha salido mal al coronel Hugo Chávez Frías. Sin embargo, él lo ha visto por el lado positivo como un revés providencial. Es su manera de entender la buena suerte, o la inteligencia, o la intuición, o la astucia, o cualquiera cosa que sea el soplo mágico que ha regido sus actos desde que vino al mundo en Sabaneta, estado Barinas, el 28 de julio de 1954, bajo el signo del poder: Leo. Chávez, católico convencido, atribuye sus hados benéficos al escapulario de más de cien años que lleva desde niño, heredado de un bisabuelo materno, el coronel Pedro Pérez Delgado, que es uno de sus héroes tutelares.
    Sus padres sobrevivían a duras penas con sueldos de maestros primarios, y él tuvo que ayudarlos desde los nueve años vendiendo dulces y frutas en una carretilla. A veces iba en burro a visitar a su abuela materna en Los Rastrojos, un pueblo vecino que les parecía una ciudad porque tenía una plantita eléctrica con dos horas de luz a prima noche, y una partera que lo recibió a él y a sus cuatro hermanos. Su madre quería que fuera cura, pero sólo llegó a monaguillo y tocaba las campanas con tanta gracia que todo el mundo lo reconocía por su repique. "Ese que toca es Hugo", decían. Entre los libros de su madre encontró una enciclopedia providencial, cuyo primer capítulo lo sedujo de inmediato: Cómo triunfar en la vida.
    Era en realidad un recetario de opciones, y él las intentó casi todas. Como pintor asombrado ante las láminas de Miguel Angel y David, se ganó el primer premio a los doce años en una exposición regional. Como músico se hizo indispensable en cumpleaños y serenatas con su maestría del cuatro y su buena voz. Como beisbolista llegó a ser un catcher de primera. La opción militar no estaba en la lista, ni a él se le habría ocurrido por su cuenta, hasta que le contaron que el mejor modo de llegar a las grandes ligas era ingresar en la academia militar de Barinas. Debió ser otro milagro del escapulario, porque aquel día empezaba el plan Andrés Bello, que permitía a los bachilleres de las escuelas militares ascender hasta el más alto nivel académico.
    Estudiaba ciencias políticas, historia y marxismo al leninismo. Se apasionó por el estudio de la vida y la obra de Bolívar, su Leo mayor, cuyas proclamas aprendió de memoria. Pero su primer conflicto consciente con la política real fue la muerte de Allende en septiembre de 1973. Chávez no entendía. ¿Y por qué si los chilenos eligieron a Allende, ahora los militares chilenos van a darle un golpe? Poco después, el capitán de su compañía le asignó la tarea de vigilar a un hijo de José Vicente Rangel, a quien se creía comunista. "Fíjate las vueltas que da la vida", me dice Chávez con una explosión de risa. "Ahora su papá es mi canciller". Más irónico aún es que cuando se graduó recibió el sable de manos del presidente que veinte años después trataría de tumbar: Carlos Andrés Pérez.
    "Además", le dije, "usted estuvo a punto de matarlo". "De ninguna manera", protestó Chávez. "La idea era instalar una asamblea constituyente y volver a los cuarteles". Desde el primer momento me había dado cuenta de que era un narrador natural. Un producto íntegro de la cultura popular venezolana, que es creativa y alborazada. Tiene un gran sentido del manejo del tiempo y una memoria con algo de sobrenatural, que le permite recitar de memoria poemas de Neruda o Whitman, y páginas enteras de Rómulo Gallegos.
    Desde muy joven, por casualidad, descubrió que su bisabuelo no era un asesino de siete leguas, como decía su madre, sino un guerrero legendario de los tiempos de Juan Vicente Gómez. Fue tal el entusiasmo de Chávez, que decidió escribir un libro para purificar su memoria. Escudriñó archivos históricos y bibliotecas militares, y recorrió la región de pueblo en pueblo con un morral de historiador para reconstruir los itinerarios del bisabuelo por los testimonios de sus sobrevivientes. Desde entonces lo incorporó al altar de sus héroes y empezó a llevar el escapulario protector que había sido suyo.
    Uno de aquellos días atravesó la frontera sin darse cuenta por el puente de Arauca, y el capitán colombiano que le registró el morral encontró motivos materiales para acusarlo de espía: llevaba una cámara fotográfica, una grabadora, papeles secretos, fotos de la región, un mapa militar con gráficos y dos pistolas de reglamento. Los documentos de identidad, como corresponde a un espía, podían ser falsos. La discusión se prolongó por varias horas en una oficina donde el único cuadro era un retrato de Bolívar a caballo. "Yo estaba ya casi rendido, -me dijo Chávez-, pues mientras más le explicaba menos me entendía". Hasta que se le ocurrió la frase salvadora: "Mire mi capitán lo que es la vida: hace apenas un siglo éramos un mismo ejército, y ése que nos está mirando desde el cuadro era el jefe de nosotros dos. ¿Cómo puedo ser un espía?". El capitán, conmovido, empezó a hablar maravillas de la Gran Colombia, y los dos terminaron esa noche bebiendo cerveza de ambos países en una cantina de Arauca. A la mañana siguiente, con un dolor de cabeza compartido, el capitán le devolvió a Chávez sus enseres de historiador y lo despidió con un abrazo en la mitad del puente internacional.
    "De esa época me vino la idea concreta de que algo andaba mal en Venezuela", dice Chávez. Lo habían designado en Oriente como comandante de un pelotón de trece soldados y un equipo de comunicaciones para liquidar los últimos reductos guerrilleros. Una noche de grandes lluvias le pidió refugio en el campamento un coronel de inteligencia con una patrulla de soldados y unos supuestos guerrilleros acabados de capturar, verdosos y en los puros huesos. Como a las diez de la noche, cuando Chávez empezaba a dormirse, oyó en el cuarto contiguo unos gritos desgarradores. "Era que los soldados estaban golpeando a los presos con bates de béisbol envueltos en trapos para que no les quedaran marcas", contó Chávez. Indignado, le exigió al coronel que le entregara los presos o se fuera de allí, pues no podía aceptar que torturara a nadie en su comando. "Al día siguiente me amenazaron con un juicio militar por desobediencia, -contó Chávez- pero sólo me mantuvieron por un tiempo en observación".
    Pocos días después tuvo otra experiencia que rebasó las anteriores. Estaba comprando carne para su tropa cuando un helicóptero militar aterrizó en el patio del cuartel con un cargamento de soldados mal heridos en una emboscada guerrillera. Chávez cargó en brazos a un soldado que tenía varios balazos en el cuerpo. "No me deje morir, mi teniente"... le dijo aterrorizado. Apenas alcanzó a meterlo dentro de un carro. Otros siete murieron. Esa noche, desvelado en la hamaca, Chávez se preguntaba: "¿Para qué estoy yo aquí? Por un lado campesinos vestidos de militares torturaban a campesinos guerrilleros, y por el otro lado campesinos guerrilleros mataban a campesinos vestidos de verde. A estas alturas, cuando la guerra había terminado, ya no tenía sentido disparar un tiro contra nadie". Y concluyó en el avión que nos llevaba a Caracas: "Ahí caí en mi primer conflicto existencial".
    Al día siguiente despertó convencido de que su destino era fundar un movimiento. Y lo hizo a los veintitrés años, con un nombre evidente: Ejército bolivariano del pueblo de Venezuela. Sus miembros fundadores: cinco soldados y él, con su grado de subteniente. "¿Con qué finalidad?" le pregunté. Muy sencillo, dijo él: "con la finalidad de prepararnos por si pasa algo". Un año después, ya como oficial paracaidista en un batallón blindado de Maracay, empezó a conspirar en grande. Pero me aclaró que usaba la palabra conspiración sólo en su sentido figurado de convocar voluntades para una tarea común.
    Esa era la situación el 17 de diciembre de 1982 cuando ocurrió un episodio inesperado que Chávez considera decisivo en su vida. Era ya capitán en el segundo regimiento de paracaidistas, y ayudante de oficial de inteligencia. Cuando menos lo esperaba, el comandante del regimiento, Ángel Manrique, lo comisionó para pronunciar un discurso ante mil doscientos hombres entre oficiales y tropa.
    A la una de la tarde, reunido ya el batallón en el patio de fútbol, el maestro de ceremonias lo anunció. "¿Y el discurso?", le preguntó el comandante del regimiento al verlo subir a la tribuna sin papel. "Yo no tengo discurso escrito", le dijo Chávez. Y empezó a improvisar. Fue un discurso breve, inspirado en Bolívar y Martí, pero con una cosecha personal sobre la situación de presión e injusticia de América Latina transcurridos doscientos años de su independencia. Los oficiales, los suyos y los que no lo eran, lo oyeron impasibles. Entre ellos los capitanes Felipe Acosta Carle y Jesús Urdaneta Hernández, simpatizantes de su movimiento. El comandante de la guarnición, muy disgustado, lo recibió con un reproche para ser oído por todos:
    "Chávez, usted parece un político". "Entendido", le replicó Chávez.
    Felipe Acosta, que medía dos metros y no habían logrado someterlo diez contendores, se paró de frente al comandante, y le dijo: "Usted está equivocado, mi comandante. Chávez no es ningún político. Es un capitán de los de ahora, y cuando ustedes oyen lo que él dijo en su discurso se mean en los pantalones".
    Entonces el coronel Manrique puso firmes a la tropa, y dijo: "Quiero que sepan que lo dicho por el capitán Chávez estaba autorizado por mí. Yo le di la orden de que dijera ese discurso, y todo lo que dijo, aunque no lo trajo escrito, me lo había contado ayer". Hizo una pausa efectista, y concluyó con una orden terminante: "¡Que eso no salga de aquí!".
    Al final del acto, Chávez se fue a trotar con los capitanes Felipe Acosta y Jesús Urdaneta hacia el Samán del Guere, a diez kilómetros de distancia, y allí repitieron el juramento solemne de Simón Bolívar en el monte Aventino. "Al final, claro, le hice un cambio", me dijo Chávez. En lugar de "cuando hayamos roto las cadenas que nos oprimen por voluntad del poder español", dijeron: "Hasta que no rompamos las cadenas que nos oprimen y oprimen al pueblo por voluntad de los poderosos".
    Desde entonces, todos los oficiales que se incorporaban al movimiento secreto tenían que hacer ese juramento. La última vez fue durante la campaña electoral ante cien mil personas. Durante años hicieron congresos clandestinos cada vez más numerosos, con representantes militares de todo el país. "Durante dos días hacíamos reuniones en lugares escondidos, estudiando la situación del país, haciendo análisis, contactos con grupos civiles, amigos. "En diez años -me dijo Chávez- llegamos a hacer cinco congresos sin ser descubiertos".
    A estas alturas del diálogo, el Presidente rió con malicia, y reveló con una sonrisa de malicia: "Bueno, siempre hemos dicho que los primeros éramos tres. Pero ya podemos decir que en realidad había un cuarto hombre, cuya identidad ocultamos siempre para protegerlo, pues no fue descubierto el 4 de febrero y quedó activo en el Ejército y alcanzó el grado de coronel. Pero estamos en 1999 y ya podemos revelar que ese cuarto hombre está aquí con nosotros en este avión". Señaló con el índice al cuarto hombre en un sillón apartado, y dijo: "¡El coronel Badull!".
    De acuerdo con la idea que el comandante Chávez tiene de su vida, el acontecimiento culminante fue El Caracazo, la sublevación popular que devastó a Caracas. Solía repetir: "Napoleón dijo que una batalla se decide en un segundo de inspiración del estratega". A partir de ese pensamiento, Chávez desarrolló tres conceptos: uno, la hora histórica. El otro, el minuto estratégico. Y por fin, el segundo táctico. "Estábamos inquietos porque no queríamos irnos del Ejército", decía Chávez. "Habíamos formado un movimiento, pero no teníamos claro para qué". Sin embargo, el drama tremendo fue que lo que iba a ocurrir ocurrió y no estaban preparados. "Es decir -concluyó Chávez- que nos sorprendió el minuto estratégico".
    Se refería, desde luego, a la asonada popular del 27 de febrero de 1989: El Caracazo. Uno de los más sorprendidos fue él mismo. Carlos Andrés Pérez acababa de asumir la presidencia con una votación caudalosa y era inconcebible que en veinte días sucediera algo tan grave. "Yo iba a la universidad a un postgrado, la noche del 27, y entro en el fuerte Tiuna en busca de un amigo que me echara un poco de gasolina para llegar a la casa", me contó Chávez minutos antes de aterrizar en Caracas. "Entonces veo que están sacando las tropas, y le pregunto a un coronel: ¿Para dónde van todos esos soldados? Porque que sacaban los de Logística que no están entrenados para el combate, ni menos para el combate en localidades. Eran reclutas asustados por el mismo fusil que llevaban. Así que le pregunto al coronel: ¿Para dónde va ese pocotón de gente? Y el coronel me dice: A la calle, a la calle. La orden que dieron fue esa: hay que parar la vaina como sea, y aquí vamos. Dios mío, ¿pero qué orden les dieron? Bueno Chávez, me contesta el coronel: la orden es que hay que parar esta vaina como sea. Y yo le digo: Pero mi coronel, usted se imagina lo que puede pasar. Y él me dice: Bueno, Chávez, es una orden y ya no hay nada qué hacer. Que sea lo que Dios quiera".
    Chávez dice que también él iba con mucha fiebre por un ataque de rubéola, y cuando encendió su carro vio un soldadito que venía corriendo con el casco caído, el fusil guindando y la munición desparramada. "Y entonces me paro y lo llamo", dijo Chávez. "Y él se monta, todo nervioso, sudado, un muchachito de 18 años. Y yo le pregunto: Ajá, ¿y para dónde vas tú corriendo así? No, dijo él, es que me dejó el pelotón, y allí va mi teniente en el camión. Lléveme, mi mayor, lléveme. Y yo alcanzo el camión y le pregunto al que los lleva: ¿Para dónde van? Y él me dice: Yo no sé nada. Quién va a saber, imagínese". Chávez toma aire y casi grita ahogándose en la angustia de aquella noche terrible: "Tú sabes, a los soldados tú los mandas para la calle, asustados, con un fusil, y quinientos cartuchos, y se los gastan todos. Barrían las calles a bala, barrían los cerros, los barrios populares. ¡Fue un desastre! Así fue: miles, y entre ellos Felipe Acosta". "Y el instinto me dice que lo mandaron a matar", dice Chávez. "Fue el minuto que esperábamos para actuar". Dicho y hecho: desde aquel momento empezó a fraguarse el golpe que fracasó tres años después.
    El avión aterrizó en Caracas a las tres de la mañana. Vi por la ventanilla la ciénaga de luces de aquella ciudad inolvidable donde viví tres años cruciales de Venezuela que lo fueron también para mi vida. El presidente se despidió con su abrazo caribe y una invitación implícita: "Nos vemos aquí el 2 de febrero". Mientras se alejaba entre sus escoltas de militares condecorados y amigos de la primera hora, me estremeció la inspiración de que había viajado y conversado a gusto con dos hombres opuestos. Uno a quien la suerte empedernida le ofrecía la oportunidad de salvar a su país. Y el otro, un ilusionista, que podía pasar a la historia como un déspota más.

La responsabilidad de los intelectuales

Por Noam Chomsky

    Hace veinte años, Dwight MacDonald publicó en Politics una serie de artículos sobre la responsabilidad de los pueblos y particularmentesobre la responsabilidad de los intelectuales. Los leí siendo estudiante, en los años inmediatamente posteriores a la guerra, y tuve la ocasión de releerlos hace algunos meses. Me parece que no han perdido nada de su poder o persuasión. MacDonald se interesa por la cuestión de la culpabilidad en la guerra. Se pregunta en qué medida el pueblo alemán y el pueblo japonés eran responsables de las atrocidades cometidas por su gobierno. Y de modo totalmente apropiado, nos devuelve la pregunta:
    ¿En qué medida el pueblo británico y el pueblo norteamericano son responsables de los terribles bombardeos de poblaciones civiles, perfeccionados como técnica de guerra por las democracias occidentales, y que tuvieron como punto culminante Hiroshima y Nagasaki, ciertamente entre los crímenes más indecibles de la historia? Para un estudiante de los años 1945-1946 (y para todos aquellos cuya conciencia[20] política y moral fue formada por los horrores de los años 1930, por la guerra de Etiopía, las purgas de Rusia, “el incidente de China”, la guerra civil de España, las atrocidades nazis, las reacciones occidentales ante estos acontecimientos y en parte, por la complicidad occidental) estas preguntas tienen una significación particular y una profunda
    resonancia. En lo que se refiere a la responsabilidad de los intelectuales, hay otras preguntas que plantear, igualmente inquietantes. Los intelectuales tienen la posibilidad de mostrar los engaños de los
    gobiernos, de analizar los actos en función de sus causas, de sus motivos y de las intenciones subyacentes. En el mundo occidental, al menos, tienen el poder que emana de la libertad política, del acceso a la información y de la libertad de expresión. La democracia de tipo occidental otorga a una minoría privilegiada el tiempo libre, los instrumentos materiales y la instrucción que permiten la búsqueda de la verdad escondida tras el velo de deformaciones, de falsas representaciones,
    de la ideología y de los intereses de clases, a través de los cuales se nos da la historia inmediata. Las responsabilidades de los [21] intelectuales son, por consiguiente, mucho más profundas que la
    responsabilidad de los pueblos (para emplear el término de MacDonald) dados los privilegios únicos de que gozan los primeros.
    Los problemas planteados por Mac Donald resultan más pertinentes hoy que hace veinte años. Es casi imposible evitar preguntarnos en qué medida el pueblo norteamericano es responsable por la salvaje
    agresión contra una población rural casi indefensa en Viet Nam, otro ejemplo de atrocidad en la “era Vasco de Gama” de la historia mundial, como llaman los asiáticos a nuestra época. ¿Qué lugar ocupamos nosotros en las páginas de esta historia, nosotros que hemos asistido silenciosos y apáticos a los inicios de esta catástrofe hace doce años? Sólo los más insensibles pueden esquivar estas preguntas. Volveré pronto sobre ellas, después de algunos señalamientos dispersos sobre la responsabilidad de los intelectuales y sobre su manera de asumir en la práctica esta responsabilidad a mediados de los años sesenta.
 
Leer el libro completo en este link: 
https://docs.google.com/viewer?a=v&pid=explorer&chrome=true&srcid=0BxvwtVS0QMyvNjYxODVlYzYtZGE5Zi00OGE0LWFmZmEtOWU4NTU0YTdkY2U1&hl=es

viernes, 19 de noviembre de 2010

La cabaña de Rosendo Gaitán

*La muerte pide permiso en Ciudad Juárez
*La mujer de los senos postizos
*El horroroso esplendor de la violencia…

Por Everardo Monroy Caracas

Rosendo Gaitán no es un personaje de algún corrido mexicano o héroe o antihéroe revolucionario. En mis andanzas de reportero de El Diario de Ciudad Juárez era el jefe de prensa de la delegación del Instituto Mexicano del Seguro Social. En una vieja cabaña de su propiedad, los reporteros nos reuníamos casi todos los viernes en la noche para alcoholizarnos y chismear.
    El Mexicano, El Diario y El Norte tenían la preeminencia clientelar en el municipio de casi novecientas colonias y poblados circunvecinos. Varias estaciones radiales y dos canales de televisión (el 44 y el 5) también contaban con reporteros y camarógrafos para sus noticieros. Más de un millón de juarenses tenían acceso mediato a los hechos suscitados en su entorno territorial.
    Poco o nada se hablaba de narcos, capos, sicarios o trafico de drogas. El asunto de las muertas de Juárez suscitaba comentarios superfluos, sin alterar el estado de ánimo de los reporteros. Al final, los más entusiasmados con el alcohol y la cocaína, continuaban la farra en los bares y centros nocturnos del corazón de la ciudad.
    El viernes 7 de junio de 1996, después de cubrir la transmisión de la histórica pelea de box entre el campeón mundial welter Julio Cesar Chávez y el pocho Oscar de La Hoya, comprobé que varios de mis compañeros de oficio esnifaban cocaína. No me alarmé, ni quise cuestionar su proceder porque en verdad jamás imaginé los niveles de descomposición social existentes en Ciudad Juárez. Estaba medio beodo cuando escribí la crónica del comportamiento de la afición que vio la pelea en la mayoría de los bares y restaurantes. La ciudad estuvo paralizada por más de seis horas. Chávez perdió por nocaut técnico en el cuarto round. La causa: un cabezazo infringido en el primer round y empezó a sangrar profusamente del parpado derecho.
    Mi primer encuentro con la violencia en Juárez fue al cubrir el levantamiento del cadáver de una joven mujer. Ignacio Alvarado, actualmente reportero investigador de El Universal, era el jefe de información. En un páramo cercano al aeropuerto internacional, los agentes judiciales tuvieron conocimiento de la presencia del tambo de 200 litros que contenía despojos humanos. El reportero grafico Jaime Murrieta Briones, El Arre Machos, me condujo al lugar.
    No era la primera vez que enfrentaba visualmente a la muerte. Desde 1977 he sido reportero y trabajado en diferentes periódicos de México. Sin embargo, en esa ocasión algo fuera de lo común ocurría en Ciudad Juárez. No era un asunto domestico o de cantina. Se trataba de un ajuste de cuentas al estilo de la mafia siciliana. Una bella mujer había sido ejecutada y metida a un tambo relleno de acido sulfúrico. Después comprobaría que se trataba de una atractiva estríper, compañera sentimental de uno de los jefes de la pandilla Los Fresas: juniors dedicados al robo de autos deportivos. Los sicarios acudieron al domicilio de la pareja y secuestraron a la bailarina. Su hija de siete años logró sobrevivir al esconderse en uno de los canceles de la cocina. Los senos postizos de la víctima, que resistieron la corrosividad del acido, revelaron su nombre y el de la clínica donde enfrentó la cirugía estética.
    El Arre Machos tomó las graficas, sin dejar de masticar su chicle. Definitivamente ese tipo de noticias ya no le sorprendían, ni conmovían.
    “Esto ocurre seguido, ya te darás cuenta”, me dijo.
    Y tenía razón.
    Después entendería porque en las “pedas” de fin de semana el tema de la violencia citadina pasaba a segundo término. En la cabaña de Rosendo Gaitán, el buen Rosendo, los reporteros nos sumíamos en el oscuro laberinto del olvido momentáneo. Teníamos necesidad de reconocimiento y entendimiento. No por nuestro compromiso a la verdad, que es una palabra subjetiva, sino por consignar hechos funestos sin identificar a los deudos y a sus verdugos: el horroroso esplendor de la ciudad…
     Amado Carrillo Fuentes, El señor de los cielos, aún controlaba cada “picadero” y ruta de trasiego de la plaza y bajo la complicidad de los propietarios de periódicos, radiodifusoras y televisoras.

jueves, 18 de noviembre de 2010

Aguirre y el Cártel de Los Chuchos

*El abstencionismo, suicidio político
*Manuel Añorve con la izquierda lastimada
*Guerrero no puede ser gobernado por asesinos y corruptos

Por Everardo Monroy Caracas

    Tengo 55 años y solo una vez en mi vida he acudido a las urnas. Fue en Tepoztlán, Morelos. Si radicara en estos momentos en el estado de Guerrero lo haría nuevamente y le entregaría mi sufragio al doctor Manuel Añorve Baños. No al PRI o al Partido Verde Ecologista de México. No creo en el abstencionismo como fórmula de protesta. Las alianzas electorales son validas y en nuestro caso tienen un propósito circunstancial: afianzar el verdadero poder popular socialista.
    Los Chuchos (Zambrano y Ortega), la burocracia perredista de Guerrero y el ex gobernador Ángel Aguirre Rivero son depredadores políticos que han demostrado incapacidad moral y administrativa para enfrentar a la derecha y ultraderecha mexicana. Incluso, Aguirre es cómplice de la persecución, encarcelamiento, tortura y asesinato de perredistas y luchadores sociales guerrerenses. Todo está documentado y por organismos nacionales e internacionales.
    Las democracias auténticas le imprimen a la sociedad su derecho legítimo a verter o pervertir el sufragio. La masa ciudadana hace su trabajo en cada jornada electoral y los medios masivos de comunicación, negocios privados, multiplican hechos y verdades parciales que polarizan opiniones y destruyen o construyen esperanzas en el quehacer de mando de sus futuros gobernantes.
    Después del 1 de abril de 2011, los escenarios políticos se trastocan y uno supone que los carniceros de hoy, serian los marranos de mañana. Y no es así. La elite intelectual, la burocracia gubernamental y partidista y la dirigencia gremial, al servicio del gobernante en turno, simplemente le dan la espalda al candidato perdedor e intentan acomodarse a su nueva realidad. La confrontación de intereses políticos y económicos quedó atrás. El cinismo por hambre impone sus códigos de convivencia.
    El candidato del PAN, Marcos Efrén Parra Gómez tampoco es un personaje de fiar. Es el encargado de hacerle el trabajo sucio a Aguirre. En caso de una decisión electoral cerrada, como sucedió en los comicios federales del 2006, será una especie de fiel de la balanza, pero con los dados cargados.
    En julio de 2006, le tocó a la burocracia priista legitimar a Felipe Calderón Hinojosa. En pago a sus servicios, dos de sus gobernadores asesinos, inmorales y corruptos (Ulises Ruiz Ortiz, de Oaxaca y Mario Marín Torres, de Puebla) fueron intocados y protegidos por la administración pública panista. Siguen sin recibir justicia los familiares de maestros y dirigentes ejecutados por pistoleros oaxaqueños y las niñas y jovencitas abusadas sexualmente por cuates del “gober precioso” poblano.
    El doctor Añorve ha optado por buscar alianzas políticas con la izquierda relegada y lastimada por la burocracia perredista y el despótico gobernador Zeferino Torreblanca. He hablado con seguidores de Andrés Manuel López Obrador y coinciden que el candidato priista, en su búsqueda de consensos, tendrá que ceder a sus propuestas de trabajo y cogobernar con auténticos luchadores sociales. Aguirre simplemente le cedería a Los Chuchos y su gente parte del manejo administrativo de su gobierno. Lo ha prometido: habrán buenas canonjías, no les entregará únicamente la dirección de panteones…
    Respeto a quienes por convicción suponen que Aguirre es un buen gobernante. No lo creo, porque ya gobernó. Su amasiato político con Los Chuchos y Felipe Calderón demuestra que traicionó sus lealtades priistas por un simple berrinche personal y el suponer que una gran mayoría de guerrerenses está de su parte. Prefiero combatir abiertamente a un asesino embozado, ladino y corrupto, a ser una más de sus víctimas en los momentos que gobierne al lado del Cártel de Los Chuchos.
    Mi voto es para el doctor Manuel Añorve…
    Las manchas de tinta: los periodistas de Chihuahua han dejado de ir a los bares. Llevan la fiesta en paz y temen por su seguridad. Los reporteros de la fuente policiaca, ahora ya no se firman sus notas y han dejado de tratar a los malandros como seres de segunda, como animales de escarnio… el milagro de la violencia…