sábado, 22 de enero de 2011

Fusilados/VII

por Everardo Monroy Caracas

    Antes de ser ejecutados los seis detenidos en el Cementerio Nacional, sus abogados presionaron para que se realizara una audiencia pública. Estaba por concluir el periodo probatorio y aún contaban con ese recurso legal. El licenciado Jorge Cifuentes de León representó a Lío, Subuyujub y Razón; Eduardo Fernández López, a los hermanos Marroquín González y Alonso Conrado, al hondureño.
    Ríos Montt y el Ministro de la Defensa, Oscar Humberto Mejía Víctores, se opusieron a la audiencia porque insistían que se trataba de un caso ya juzgado por un Tribunal de Fuero Especial. Los abogados argumentaron que esa concesión no le correspondía darla a la Junta Militar, sino a la Corte Suprema de Justicia, por haberle dado entrada a su recurso de Amparo. La audiencia pública tendría lugar el martes 22 de febrero de 1983, a las dos de la tarde, en el Palacio de Justicia.
    Ese día, cientos de guatemaltecos abarrotaron la sala de audiencias. También asistieron los magistrados de la Cámara Penal de la Corte Suprema de Justicia, agentes del Ministerio Público, abogados defensores, periodistas y militares armados que custodiaron el interior y exterior del edificio. Los seis condenados a muerte fueron trasladados en camionetas cerradas, custodiados por tanquetas y cientos de soldados. El Tribunal de Fuero Especial había confirmado, el primero de febrero, la pena de muerte a los procesados, por considerar que eran responsables de los delitos Contra la Seguridad Interior de la Nación y Terrorismo. Uno de los magistrados leyó los cargos y sus resolutivos, donde refrendaban el veredicto del fusilamiento. Sin embargo, la presión ejercida por los abogados y organismos internacionales, entre ellos la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, había postergado el fusilamiento.
    Los detenidos, en su intervención, narraron su dolorosa experiencia y se dijeron inocentes de los cargos.
    Walter Vinicio, a nombre de su hermano y Lío, precisó:
    “Mi nombre es Walter Vinicio Marroquín González y primeramente quiero dar las gracias a ustedes por darme la oportunidad de poder dirigirme, es una oportunidad que antes no tuve, según el juicio que se me llevó.
    “Y quiero manifestar que juntamente con mi hermano Sergio Roberto, aquí presente, y nuestro compañero Héctor Aroldo Morales López, hemos sido víctimas de uno de los más tristemente juicios que se hayan llevado a Guatemala, caracterizado por una muy... violación a los derechos, al derecho de defensa que debimos haber tenido, como es del conocimiento público, nunca conocimos a nuestro juez en el Tribunal del Fuero Especial.
    “Yo fui secuestrado el día 4 de septiembre de 1982, en el edificio Seguros Universales, por fuerzas de seguridad pública que no se identificaron nunca como tal, sino por el contrario, se identificaron como pertenecientes al grupo clandestino. Me tiraron en el piso del carro, me tuvieron con los ojos vendados por varios días y sometido a torturas para obligarme a aceptar hechos sobre una persona que era conocida mía y tenía que aceptar desde el punto de vista de ellos, si quería que no fuera afectada mi familia. En ese tiempo, en ese momento, yo no sabía en donde estaba y que era lo que estaba pasando conmigo. Posteriormente, de una manera mi padre hizo una denuncia ante las autoridades de mi secuestro y es interesante el hecho de que todas mis características, las circunstancias, los hechos que en ella se concentran, son totalmente congruentes con las de mi declaración indagatoria que se hizo 52 días después de estar incomunicado el día 26 de octubre de 1982.
    “Vale la pena hacer notar que en la indagatoria no se me permitió tener ningún profesional en derecho. El día 10 de septiembre nos dijeron que nos habían capturado en un lugar inventado por ellos y en condiciones también inventadas y ese día fuimos llevados por primera vez sin poder hacer uso de la palabra a ser presentados al... acusador. Fuimos presentados como culpables.
    “Posteriormente esa misma tarde se me dijo que llegara a hacer la denuncia a la policía, a la Dirección General, y en los momentos que llegué se me puso nuevamente enfrente sin poder dirigir ni una sola palabra para defenderme o para hacer ver que éramos inocentes. El día 19 de octubre de 1982, se nos llevó a todos juntos al Cuartel General Justo Rufino Barrios... y fuimos regresados nuevamente al Centro del Segundo Cuerpo. Quiero hacer notar que cuando fuimos consignados sin decirnos porque, determinaron acusarnos de... fraude, extorsión al Tribunal del Fuero Especial. Posteriormente el 26 de enero de 1983 el compañero Morales López, tuvo la visita de funcionarios y autoridades del Fuero Especial y le hicieron firmar un documento prefabricado en el que confesaba que nos hacía responsables a mi hermano y a mi de haber sido los autores intelectuales de delitos contra personas que en efecto no conozco.
    “la causa de dicha confesión se puede ver fácilmente por el hecho de que él mismo se negó a firmar y más aún en correspondencia a su negativa ese mismo día él fue regresado a donde estábamos detenidos y fuimos encerrados en condiciones infrahumanas”.
    Conrado Alonso, abogado del hondureño Marco Antonio González, en su libro “Fusilados al alba” —editado en 1986 por Serviprensa Centroamericana Guatemala CA—, recordó brevemente esos momentos:
    “Ante los señores Magistrados de la Cámara Penal de la Corte Suprema de Justicia, ante los funcionarios del Ministerio Público —ya que no se hizo presente ningún juez de fuero especial, por lo menos en los estrados—, ante los profesionales del Derecho, ante las cámaras de televisión y radiograbadoras de los reporteros, los seis condenados a muerte repitieron sus acusaciones de cómo habían sido capturados, torturados, indagados y condenados a muerte. Se oyó la voz de los patrocinadores repitiendo y demostrando el proceder insólito de los tribunales de fuero especial. Un fuerte aplauso del público asistente sancionó los alegatos de la defensa. “Si la sala no guarda silencio —decía el Presidente del Organismo Judicial— mandaré que la desalojen, y a los reincidentes haré que sean consignados a los tribunales de... (poco faltó en una de las audiencias para que añadiera: ...de fuero especial).
    “Todavía en la tarde sonaban en mis oídos los aplausos, las palabras acusadoras de los procesados, los tartamudeos de los funcionarios del Ministerio Público, la argumentación hilvanada de la defensa. Pero tampoco era imposible olvidar la faz hierática de los magistrados, al fin y al cabo funcionarios del mismo poder contra el que estaba entablada la lucha; y mucho menos, el espectro de la espada desenvainada junto a la balanza en la que había que sopesar las afirmaciones de unos vulgares “terroristas” contra las constancias procesales certificadas y tenidas a la vista”.
    Después de la audiencia pública, el 25 de febrero, se reunieron a puerta cerrada varios magistrados con el ministro de la Defensa. En ese encuentro se definió el destino de los seis detenidos. El propio Alonso Conrado, en su libro, reproduce una nota periodística aparecida al día siguiente en el diario Prensa Libre. Se leyó:
    “Ayer, los magistrados, encabezados por el presidente de la corte, (Ricardo) Sagastume Vidaurre, llegaron al ministerio de la Defensa para conocer los documentos originales.
    “Anteriormente, el ministerio de la Defensa sólo había enviado al Tribunal de Amparo certificaciones de los expedientes.
    “Salieron de aquella dependencia poco después de las 15:00 horas. Uno de nuestros reporteros abordó al licenciado Sagastume Vidaurre, quien confirmó que efectivamente la visita al despacho del general Mejía Víctores había sido para dar lectura a los originales de los documentos en mención.
    “Añadió que ello era parte de la fase del auto para mejor fallar (sic) que se sigue contra los sentenciados. Hizo ver que la lectura de los originales no podía dar lugar a cambios en el proceso.
    “Por su parte, el ministro de la Defensa, general Mejía Víctores al ser abordado por Prensa Libre, en uno de los corrillos del Palacio Nacional, expresó que en efecto, la llegada de los magistrados a su despacho para enterarse de los documentos originales no variará el procedimiento ni sentencia dictada por los tribunales del fuero especial.
    “Explicó que los tribunales del fuero especial actuaron con apego a la ley y que, de acuerdo con sus puntos de vista, la ejecución debe cumplirse”.

1 comentario:

  1. Mi nombre es Andrea Marroquin hija del se~or Walter Vinicio Marroquin. Cuando se a conosido a Guatemala como un paiz donde no existe corrupcion a puerta abierta? Que clase de juicio se le estipulo a mi papa? Es tan doloroso el leer sus palabras de como se llevo todo ese juicio tan mal estipulado, que a concecuencia de eso fue quitado de mi vida la imagen que tanto extra~o todavia, la de mi papa que fue ejecutado sin tomar en cuenta sus derechos humanos. Ya no seria de mi agrado el que se le estipulara una misma sentencia en contra del se~or Rios Montt,porque es la familia de el la que realmente sufriria, y eso no me quitaria los a~os en que e extra~ado y necesitado a mi papa; pero es un gusto el saver que todavia esta vivo el se~or Rios Montt para que pueda ver la hora de juicio de un gobernador justo como lo es Jehova. Y yo poder llegar a ver de nuevo a mi papa y tio en el tiempo de la resurreccion si Jehova me lo permite.

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