domingo, 16 de enero de 2011

1997: el dolido rostro de Juárez

Al finalizar 1997, el jefe de información del Diario de Juárez me pidió que elaborara el resumen de lo ocurrido durante el año reciente. Por considerar que el trabajo puede aportar algo sobre ese municipio fronterizo de Chihuahua, lo reproduzco a continuación. El PAN gobernaba al estado y Ciudad Juárez.

Por Everardo Monroy Caracas

    A sus 338 años de edad, Ciudad Juárez recibe 1998 con 700 colonias, 185 mil obreros de 280 maquiladoras, 337 centros nocturnos, 500 picaderos, 180 policías judiciales estatales, 60 federales y mil 300 municipales; mil 850 internos en el Cereso y probablemente, 600 detenidos en las estaciones Babícora y Delicias.
    Por lo pronto, Alejandrino Ramírez Ramírez, aún ajeno a lo que sucede a su alrededor, hoy, a las cinco de la tarde, su mamá, doña Teresa, le festejará su primer año de vida.
    Exactamente, a las 1:04 horas del primero de enero de 1997, arribó a Ciudad Juárez, en una de las camas del Hospital General. Pesó tres kilos 600 gramos y midió 51 centímetros. Tiene sangre mazahua y sus padres son originarios del Estado de México.
    Alejandrino, desconoce aún, que el 8 de diciembre de 1659 se fundó la ciudad y la primera construcción fue una barraca de barro y ramales, que el hispano Fray García de San Francisco, llamó Misión de Guadalupe.
    El conquistador Juan de Oñate, 61 años antes, un 26 de abril llegó a las riberas del Río Bravo y tras cruzarlo (el 4 de mayo) y llegar a lo que ahora es territorio estadounidense, por primera vez llamaron a este lugar El Paso del Río del Norte.
    La vid fue una de las primeras plantaciones que frailes franciscanos, españoles y nativos lograron arraigar en este pequeño valle semiselvático, habitado por nativos de lengua cantarina y ojos negros y pequeños, con piernas y pectorales al aire. El vino, se convirtió, a partir de ese momento, en un reconfortante de los nuevos colonizadores.
    Alejandrino, aún en brazos de doña Teresa, una modesta obrera de maquila, todavía ignora que en el lugar donde radican, desde hace seis años algunos de sus parientes, en 1683 la Misión de Nuestra Señora de Guadalupe de los Mansos cambió de nombre y sus moradores la llamaron Presidio de Nuestra Señora del Pilar del Río.
    Ya en 1824, con una república independentista y gobernada por Guadalupe Victoria, los diputados chihuahuenses designan a Ciudad Juárez, "Pueblo Paso del Norte" y cuatro años más tarde, "Villa Paso del Norte".
    Es hasta el 16 de septiembre de 1888 que a iniciativa del gobernador Lauro Carrillo, "Villa Paso del Norte", trueca en definitiva su nombre y lo bautiza como Ciudad Juárez, en memoria del presidente oaxaqueño que falleció en 1872. Curiosamente, Don Benito fue diputado federal, por el Distrito del Paso del Norte y ello se lo notificó Joaquín Alvarez.
    Desde entonces, Juárez se convierte en una ciudad de paso, de conquista, de promisión para unos y desgracia, de otros. Es centro generador de revoluciones, batallas cruentas, y crecimiento urbano desordenado.
    El puente internacional Santa Fe es la vena aorta del corazón de una ciudad que tiene los ojos puestos en los Estados Unidos y los pies en un nacionalismo propio, fronterizado y castillo. De la Revolución Mexicana, al gobierno maderista, después el arribo del bloque obregonista y callista, con su carga de poder, manipuleo y corrupción. El cardenismo, al final de los años 30, renueva la identidad de quienes nacen, crecen, luchan e invierten en México, y ese legado socializador se lo hereda a los camachistas. El PRI, entonces cubre de imposiciones a Chihuahua, y Don Manuel Gómez Morín, asesor de banqueros, se convierte en la contraparte de una visión centralista, dominadora y represiva de un federalismo presidencialista.
    Tal vez, Alejandrino desconozca todo esto porque su mamá viaja todos los días en rutera y casi no habla con sus compañeros de asiento. Poco puede contarle él, porque ella vive de su trabajo y con lo que gana paga sus alimentos, ropita, medicinas y la renta de su cuartito en la colonia Puerto la Paz.
    Doña Teresa, en el Estado de México es posible que naciera bajo el régimen de Luis Echeverría y sus abuelos enfrentaran los problemas políticos de un México convulsionado por la Segunda Guerra Mundial. Ellos, seguramente fueron testigos, del transcurrir de los gobiernos camachistas, alemanistas, ruizcortinistas, lopezmateístas y diazordacistas. Chihuahua y Ciudad Juárez, tampoco, escapaban por esas fechas, a su peculiar forma de gobernar.
    El corazón de Juárez se llenó de bares, tiendas comerciales, vagos, beodos y malandros y los Moya, en los años cuarenta, experimentaron por primera vez con sus espectáculos nocturnos, al estilo parisino. El alcohol, mariguana y morfina, empezaron a correr, sin el atajo obligatorio de las autoridades.
    "Pablote" González, controló el tráfico y distribución de la morfina, y doña Ignacia Jasso, su amante, le heredó el imperio de la mariguana y se opuso terminantemente a comercializar con otro tipo de fármacos. Las viejas rutas de traficantes de alcoholes -en tiempos de la ley seca estadounidense- se convirtieron en conductos útiles de los comerciantes de drogas.
    Algunas fortunas, de actuales familias poderosas, de ahí se originaron.
    Marco Aldama Aguirre, evoca en su libro "Tierra de Idealistas", que la primera planta maquiladora se instaló en Ciudad Juárez en 1965. Fue la RCA. Los pioneros de aplicar los beneficios del Programa Nacional Fronterizo fueron Jaime Bermúdez, Alfonso Murguía, Eduardo Gabilondo, Fernando Borreguero, Calderón de la Barca, Miguel Zaragoza, Tomás Fernández y Antonio J. Bermúdez.
    En el Hotel San Antonio, el 18 de mayo de ese año, los futuros industriales juarenses se reunieron y J. Bermúdez leyó la carta del secretario de Hacienda, Antonio Ortiz Mena, donde "autorizaba la importación y el movimiento general a fin de dar toda clase de facilidades para que se instalaran las primeras plantas maquiladoras".
    Casi veinte años después, un comerciante de utensilios de limpieza, militante del Partido Acción Nacional (PAN) gobierna por primera vez, gracias al voto popular, Ciudad Juárez. Es Francisco Barrio Terrazas. Toma posesión en octubre de 1983 y un año antes de concluir su trienio solicita licencia para contender por la gubernatura de su estado. Lo suple Miguel Agustín Corral Olivas.
    El PRI, en 1986 retoma el Ayuntamiento y lleva a la alcaldía a Jaime Bermúdez. Tres años después, en 1989, otro priísta gobierna a los juarenses: Jesús Macías, quien, por buscar la gubernatura, deja en su lugar a Carlos Ponce.
    Desde octubre de 1992 a 1998, el PAN logra colocar a dos de sus hombres en la Presidencia Municipal: Francisco Villarreal y Ramón Galindo Noriega. Este, en su afán de imitar a Barrio Terrazas, se licencia en octubre de 1997 y lo suple Enrique Flores Almeida.
    Alejandrino, el primero de enero de 1997, arriba a Ciudad Juárez y mientras un médico de guardia del Hospital General lo carga y limpia, tras cortarle el cordón umbilical, en la calle Lolita de la colonia Lucio Cabañas, es asesinado de un balazo en la cara, Martín Ramírez Ramírez, de 29 años. El homicida, Manuel García Valdez, sexagenario, al ser detenido dijo que lo mató porque quiso agredir a sus nietos.
    1997, desde ese momento tuvo su bautizo de sangre. El primer suicida se llamó Héctor Palomares Bojórquez, de 26 años, que se colgó con un mecate de ixtle en su domicilio de la calle Secoya 518.
    Asimismo, David Domínguez Jurado, de 37 años, inició la lista de muertos por monóxido de carbono. Se quedó dormido, beodo, en su recámara. Vivía en la calle Ricardo Flores 1762 de la colonia Chaveña. Sus familiares, en esos momentos, estaban en la ciudad de Monterrey.
    El primer caso, registrado de pedofilia, fue el que protagonizó Martín Gómez Reyes, con domicilio en la calle Camino de Pedrero 8790, del fraccionamiento Moradas del Porvenir 3. Abusó sexualmente de un menor de 12 años.
    En 1997, según la Dirección General de Policía, se suscitaron más de seis mil 700 robos de vehículos y fueron lesionadas, por armas blanca y fuego y golpes, cerca de nueve mil personas. Sólo en el mes de enero, la población juarense fue informada de que doce malandros asaltaron cuatro sucursales bancarias, tres de Bital y una de Bancomer y se llevaron casi doscientos mil pesos.
    José Luis Reygadas, titular de la DGP, durante el año saliente, tuvo ante sus ojos, el reporte de los cinco responsables de las estaciones Aldama, Cuauhtémoc, Chihuahua, Babícora y Delicias. En conjunto, los mil 300 agentes municipales, 800 de ellos en 400 patrullas, intervinieron en cerca de un millón 400 mil detenciones. No todos los casos fueron consignados a autoridad alguna, pero la dependencia estimó que oficialía jurídica del Ayuntamiento, canalizó en ese tiempo, al Ministerio Público Federal, a más de dos mil personas por delitos contra la salud, portación de arma prohibida de uso exclusivo del Ejército y falsificación de papel moneda.
    La Tesorería Municipal, ante el alto número de detenciones y multas administrativas -justas e injustas- seguramente fortaleció las finanzas del Ayuntamiento panista.
    En la generación de beodos rijosos o pacifistas contribuyeron los 443 expendios de bebidas alcohólicas (abarrotes, centros comerciales y restaurantes) y los 337 bares y centros nocturnos. Diariamente, de acuerdo a datos extraoficiales, deambulan por calles y avenidas de la ciudad un promedio de 16 mil personas en estado de ebriedad. Todo un ejército de potenciales infractores de la ley. Además, los 500 picaderos de heroína, cocaína y mariguana, tienen en estado de invalidez mental, cada 24 horas, a diez mil sujetos, hombres y mujeres, posiblemente también afines al consumo de alcohol.
    Ese panorama, ajeno aún a los ojos de Alejandrino, en ciertas ocasiones ha ocasionado hechos funestos. Por ejemplo, la Subprocuraduría General de Justicia del Estado contabilizó de enero a diciembre del año pasado, 217 casos de homicidio y de ellos 51 ejecuciones. De éstos, la mayoría por tráfico de enervantes o robo de autos. Un trece por ciento, de acuerdo a versión del subprocurador, las víctimas resultaron ser mujeres.
    Para intentar combatir este alto número de crímenes, robos, riñas, abuso sexual, violaciones, entre otros, Juárez sólo cuenta con mil 300 policías municipales y 240 agentes judiciales estatales y federales. Los ocho jueces penales, en 1997, manejaron un promedio de tres mil 500 expedientes consignados por el Ministerio Público del Fuero Común y en el Cereso se encuentran internadas mil 850 personas, entre hombres y mujeres.
    Es posible, que hoy en la mañana, a consecuencia del brindis de Año Nuevo, en las cárceles de Delicias y Babícora, se encuentren detenidos, por diferentes causas, más de 600 rijosos, estimulados por las drogas y el alcohol. Eso es lo que aún no ha conocido Alejandrino, a su primer año de vida.

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