miércoles, 26 de enero de 2011

Canadá: El floreciente negocio de la ilegalidad

*En el mall Pacífic hasta un millón de dólares mensuales en películas piratas
*Las autoridades incapaces de combatir el mercado negro en Toronto
*Comerciantes establecidos se quejan de la competencia desleal

Por Everardo Monroy Caracas

    El negocio del contrabando de productos chinos ha florecido en pleno territorio canadiense, principalmente en Toronto. Películas, música, ropa, alimentos, juguetes y computadoras son adquiridas a bajos precios, sin necesidad de pagar impuestos o contar con el permiso oficial para su mercadeo. La industria de la piratería florece y las quejas, hasta el momento son aisladas.
    “Tenemos que competir con un mercado ilegal, tolerado por las autoridades, sin tener posibilidad de denunciarlo abiertamente por temor a recibir represalias”, dice el manager de una tienda de discos y renta de películas, ubicada cerca de las avenidas Kennedy y Steels.
    El negocio se encuentra a un costado del centro comercial Pacífic, donde predominan los productos de contrabando, de procedencia china.
    “Hay comerciantes que intentaron presentar la denuncia de manera formal y recibieron amenazas. Hay mucho poder económico y política atrás de estos contrabandistas”, agrega.
    En el Ministerio de Consumidores, Servicios y Negocios el silencio es absoluto. Una de las encargadas de atender a los solicitantes de apertura de nuevos comercios simplemente responde que cualquier información debe solicitarse en las oficinas centrales de Ottawa.
    La área de atención se encuentra en el primer piso del edificio que se encuentra en la 393 University Avenue. La empleada, de apellido Clerk, precisa que ahí no cuentan con información relacionada al mall Pacífic porque en algunas ocasiones los solicitantes de permiso de apertura de nuevos negocios recurren a las oficinas centrales.
    Otro comerciante cercano al mall Pacífic, relacionado a la venta de alimentos a granel, revela que hace dos meses apareció un reportaje en un noticiero de televisión de Toronto donde se aseguró que el mercado negro de películas en DVD generaba ingresos brutos por más de un millón de dólares mensuales, sólo en ese centro comercial. “En este lugar hay entre diez a quince tiendas de música y discos que venden en proporciones increíbles”, señala.
    La plaza comercial Pacífic se encuentra precisamente en la Steels y Kennedy y cuenta con tres niveles. En su interior existen restaurantes, tiendas de alimentos, discos, películas, ropa, aparatos electrónicos y computadoras. La mayoría tiene rótulos en mandarín, lengua oficial china, y los productos se encuentran a la mitad de precio que en cualquier negocio legal.
    Películas que aún no entran al mercado del DVD y que se encuentran en pantalla grande, como El Peleador, El Cisne Negro, 127 horas, La palabra del rey, Enredados, Toy Story 3, Megamain, entre otras, se ofrecen a tres por veinte dólares o a siete por cuarenta. La clientela no cesa desde las 10:00 horas que se abre el mall hasta las diez de la noche que se cierra.
    Lo mismo ocurre con la música en CDs, accesorios de computadoras, alimentos importados, principalmente para la cocina oriental, y ropa.
    Según uno de los comerciantes de alimentos, molesto por la competencia desleal que existe cerca de su negocio, los productos  ingresan por Vancouver, después de ser transportados en barco o avión desde Hong Kong o Manila, Filipinas. De ahí son transportadas por tren o trailers a Toronto, su destino final.
    “Las autoridades ya saben todo esto, pero nada hacen para combatirlos. Son intocables los contrabandistas y nadie puede denunciarlos, porque en este país hay que probar lo que se dice o de lo contrario uno paga las consecuencias”, dice el manager de la tienda de música y renta de películas.
    Y agrega:
    “Cuando se hizo la denuncia en televisión y las autoridades intervinieron para decomisar parte de esa mercancía ilegal, gente de esos criminales empezaron a investigarnos y hubo hasta llamadas telefónicas amenazadoras. Mucha gente tuvo miedo porque conocemos los alcances de este tipo de organizaciones que se mueven en la ilegalidad y bajo protección de algunos policías y autoridades del Ministerio de Consumidores, Servicios y Negocios.
    Algunas de las personas que acuden a la plaza comercial Pacífic dan sus razones para comprar ahí sus productos, principalmente accesorios de computadoras, música y películas. “El ahorro es grande, porque mientras una computadora en otros negocios nos cuesta 800 dólares, aquí la podemos adquirir en 500 o 600 y con mejor memoria u otros servicios”, comenta un estudiante de ingeniería, de origen hispano.
    Una empleada de una escuela de inglés, apunta que algunas de las películas que ha adquirido no cuentan con la calidad deseada, pero como ella tiene tres hijos, su ahorro es mayor al ver los estrenos en su casa. “En una sala cinematográfica tengo que pagar por cuatro boletos, cuarenta dólares y aquí la misma película de estreno la adquiero en ocho dólares y ya es de mi propiedad. Si tengo problema con ella, vengo y la cambio, porque vivo cerca del mall”, añade.
    Lo que sorprende a los consumidores de estos productos, es la calidad como se presentan. Por ejemplo, en la mayoría de las películas de DVD los forros son a colores y hasta los discos están perfectamente rotulados. En el caso de la cinta Megamain, la copia fue adquirida en Rusia, donde se estrenó previamente al mercado americano, aunque los contrabandistas lograron reproducirla al inglés y mandarín. Lo mismo ha ocurrido con otras cintas.
    “Seguramente aquí en Toronto hay estudios privados, clandestinos, donde se trabaja esas películas, porque nos sorprende que las subtitulen al mandarín o japones cuando aún no llegan al mercado del DVD oficial”, precisa el manager de la tienda de música y renta de películas.
    Abunda:
    “Se han dado casos en donde las películas anunciadas en la pantalla grande aún no se estrenan, pero ya es posible adquirirlas en esta plaza comercial. Hemos llegado a creer que desde los propios estudios de Hollywood empieza ese negocio subterráneo, que deja millonarios ingresos”.
    Al ser cuestionada la encargada de uno de esos comercios, de origen oriental, su mutismo es absoluto. Simplemente observa al reportero y mueve la cabeza, en un intento de decir que no ha entendido la pregunta.
    “¿Cómo le hacen para traer los estrenos en DVD cuando aún están en las salas cinematográficas?”, se le pregunta a la mujer.
    No hay respuesta.
    En los exhibidores se colocan las películas y se anuncia en un cartel sus precios. La demanda es absoluta. También hay un enorme mercado de filmes chinos, japoneses y tailandeses. Incluso se venden series televisivas y pornografía.
    A la mitad del mall se rifan vehículos de manufactura japonesa y en las tiendas de computadoras se hacen pequeños regalos a quienes tienen la curiosidad de observar sus productos que no pagan impuestos. La mayoría de clientes es de origen oriental y se comunican con su idioma madre.
    “Aquí llega gente con posibilidades económicas, porque quienes no tienen acceso a esta tecnología o películas y música, recurren a otro tipo de mercado, al del dólar, en Spadina, donde también predominan el comercio oriental, principalmente de China, Corea, Vietnam y Tailandia”, comenta el comerciante de alimentos, de origen vietnamita.
    Y puntualiza:
    “Creemos que difícilmente se va a acabar con este negocio ilegal. Es como la prostitución. Se dice en Canadá que eso no está permitido y quienes vivimos en este país conocemos la realidad: sólo hay que salir a la calle de noche o preguntarle a algún amigo, y la verdad sale a relucir”.

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