lunes, 20 de diciembre de 2010

Niños migrantes: ratas de laboratorio en escuelas católicas de Mississagua y Toronto

Por Everardo Monroy Caracas

    El viernes 10 de diciembre, 32 alumnos de primaria de la Peel District School Board (escuela católica) de Mississagua, Ontario, cayeron en cama, víctimas de un extraño mal: fiebre, diarrea y dolores de huesos. Todos tenían algo en común: haber comido, por decisión de los directivos, una rebanada de pizza de dos dólares.
    Las autoridades del plantel guardaron silencio. En la escuela, ubicada en 5650 Hurontario, nadie se preocupó en investigar lo ocurrido. Simplemente acortaron el periodo de clases y se fueron de vacaciones.
    Todo hubiese quedado en un asunto menor, atribuible a las bajas temperaturas que ahora imperan –hasta menos diez grados bajo cero--. Sin embargo, en otras dos escuelas católicas de Toronto, en donde los padres de los niños afectados en Mississagua, tienen amigos y por lo tanto existe comunicación, el problema se repitió: sus hijos también cayeron en cama después de haber comido pizza, elaborada bajo la receta de una empresa trasnacional.
    En las clínicas de salud, los médicos simplemente recetaron analgésicos y suero dulce. Los padres tuvieron que asumir todos los gastos y desvelos y además, en la mayoría de los casos, ausentarse en sus respectivos trabajos. En las dos escuelas católicas elementales de Toronto, de las 117 registradas, casi cincuenta niños entre los seis y ocho años fueron los afectados.
    Los alcaldes de Mississagua y Toronto o los gobiernos provincial y federal nada dijeron de lo ocurrido. Los hechos fueron denunciados, por algunos padres afectados, ante los principales periódicos de Ontario, pero todo fue ocultado. La trasnacional que respalda a la cadena de pizzas, al parecer logró su cometido: no generar incertidumbre y proteger sus millonarios ingresos económicos y el empleo de miles de personas que dependen de esa membrecía.
    El problema es que el virus de ese extraño mal, afectó a otros miembros de la familia. Durante dos semanas también algunos adultos han batallado con altas temperaturas, diarrea y vomito. Viven bajo la esclavitud de medicamentos costosos y dolores de huesos y cabeza. Los médicos simplemente aseguran que el problema será superado y que, por el momento, el paciente debe reposar y tomar líquido en demasía.
    En una sociedad consumista e individualista,  controlada ideológicamente por la avaricia, ignorancia y racismo de las trasnacionales, nada o poco puede hacerse. Tiene uno que apergollar el problema y prepararse para las futuras batallas que nos esperan. Da miedo descubrir que los laboratorios y sus secuaces fascistas nos tengan como conejillos de indias. Porque es evidente que los más afectados por la enfermedad, iniciada el viernes 10, fueron los hijos de inmigrantes y hay mano negra en todo este escabroso asunto.

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