martes, 26 de octubre de 2010

Guerrero: historia de traiciones

Zeferino y Carlos Navarrete, del cartel de Los Chuchos
*El figueroismo ante la historia
*Añorve ante su propia identidad
*Aguirre y su pasado sangriento

    La elección del 30 de enero cobra interés por los personajes que compiten para la gubernatura de Guerrero: los primos Manuel Añorve y Ángel Aguirre, oriundos de Ometepec y compañeros de aventura política desde los tiempos de Alejandro Cervantes Delgado. Ambos conocen sus fortalezas y debilidades. Nada los oculta.
    Manuel Añorve sostiene sobre sus hombros, hasta el momento de su designación, la pesada carga del figueroismo. Por el contrario, Ángel Aguirre, arrastra su pasado y presente caciquil y el haber gobernado tres años al estado de Guerrero. La auditoria social fue desastrosa: ningún avance substancial en el combate a la miseria, narcotráfico y corrupción de las instituciones públicas.
    Los dos no son almas de la caridad, pero Manuel Añorve tiene a su favor el no estar involucrado, como Ángel Aguirre, en hechos sangrientos, tan escandalosos como la matanza de campesinos en la comunidad rural de El Charco y la desaparición y asesinato de 60 militantes perredistas, de acuerdo a versión vertida por la Comisión Internacional de Derechos Humanos. 
    Tal vez Manuel Añorve enfrente el descredito de algunos sectores de la sociedad guerrerense por su acercamiento estratégico con Rubén Figueroa y eso no le permita tan fácilmente allegarse de seguidores progresistas. Figueroa representa al caciquismo feroz, el autoritario a ultranza, ante la opinión pública nacional e internacional. Es de los que practican la vieja política de la zanahoria y el garrote.
    Sin embargo, el ex presidente municipal de Acapulco, Manuel Añorve, no tenía otra opción política ante una verdad incuestionada en Guerrero: Figueroa es en la actualidad uno de los dirigentes políticos de mayor liderazgo ante los grupos de poder del estado. Incluso, el propio Zeferino Torreblanca nada hizo para acotar su influencia política y económica en los 81 municipios. El figueroismo es transexenal y determina la propia gobernabilidad existente del PRI.
    Uno de los mayores retos que tiene Ángel Aguirre es precisamente implementar su propio cacicazgo en el estado, a la manera que lo logró en la Costa Chica. Desde 1993 ha tenido diferencias de fondo con Figueroa por la imposición de candidatos a puestos de elección popular en la región donde ejerce su influencia política. De ganar, definitivamente el figueroismo empezaría a diluirse en Guerrero.
    El problema de Aguirre es que ya gobernó al estado y su paso por ese sendero en nada modificó las reglas de convivencia de la clase política. Los males endémicos de la sociedad prevalecieron e incluso, el 7 de junio de 1998, once campesinos pobres fueron asesinados por el ejército mexicano y el secretario general de gobierno de Ángel Aguirre justificó la masacre. A las victimas las relacionó con el Ejército Popular Revolucionario. Nunca se demostró esa relación e incluso los detenidos salieron en libertad, pero ninguno de los asesinos fue detenido y juzgado. Ángel Aguirre guardó silencio e indemnizó a las viudas o padres. Nunca condenó el crimen o exigió justicia para las víctimas.
    Tiene sus aristas la designación de Ángel Aguirre como candidato del PRD, ante la candidatura priista de Manuel Añorve, su primo: los viejos perredistas no han perdido la memoria y conocen la forma de gobernar del cacique de Ometepec. Por lo mismo, no todos los perredistas apoyarán su imposición, negociada por Manuel Camacho Solís, ex intimo de Carlos Salinas de Gortari; Jesús Ortega –dirigente nacional espurio del PRD-- y Felipe Calderón. El gobernador Zeferino Torreblanca también ha pintado su raya ante el temor de ser ventilados los asuntos de corrupción y crímenes políticos ocurridos en su administración. No la tiene fácil de ser su sucesor Ángel Aguirre y supone que Manuel Añorve puede ser domesticado por Rubén Figueroa.
    Sin embargo, Aguirre es un negociador nato, hombre del sistema político mexicano, y, por lo tanto, al sentir que su ascendencia electoral no es la deseable, seguramente buscará el apoyo de Torreblanca para allegarse de votos e intentar minar el poderío de Figueroa e impedir el triunfo electoral de Añorve. Mi pregunta es: Torreblanca resquebrajaría su amistad con Figueroa? Lo dudo. La sociedad guerrerense, la bronca y reclamante de justicia social, jamás permitiría que su ex gobernador, panista de closet, salga inmune legalmente ante tantos crímenes de luchadores sociales y la miseria que aún impera en la mayoría de los municipios. Los traidores de hoy no tienen cabida en la historia de los auténticos revolucionarios, gente de bien. (Everardo Monroy Caracas).

No hay comentarios:

Publicar un comentario